Yo conmigo (Marino Gaviria Vargas)

Yo conmigo


Una mañana solitario y triste, decidí que debía recorrer algún camino para distraerme un poco; tal vez, en el trayecto, tratar de meditar y planear sin afán mi futuro, para ver si un día puedo encontrar la felicidad tan anhelada por todo ser humano.En el camino me encontré con mucha gente y aunque quise saludar, nadie me respondía; no me determinaron por más que intenté que me vieran, todo fue en vano, nadie me quiso mirar siquiera.Llegué a un lugar -que no sé dónde- y me sentí vacío.Sin ilusión de seguir, me detuve a mirar al horizonte. No vi nada; solo tiniebla oscura y fría.De pronto; en medio de aquella soledad y ese silencio, escuché una voz que me decía:Hey: escúchame, quiero hablar contigo.Miré a todos lados, pero no vi a nadie.Óyeme: -dijo de nuevo- quiero que sepas, cuánto te aprecio.Pero… ¿dónde estás?, ¿quién eres? No te veo -le dije-Soy Yo! -Me respondió- No puedes verme; sólo sentirme. Estoy contigo y quiero mostrarte muchas cosas. Ya sé, que quieres estar solo, pero yo deseo hacerte compañía y enseñarte, para hacerte entender el porqué de las cosas que te pasan.¿Como cuales? -pregunté-Como, porqué, durante tu caminar, habiendo tanta gente, nadie te vio pasar.¿Sabes porqué? -Continuó- No dijiste nada que llevara un mensaje para enseñar; no hiciste nada que pudiera ser tenido en cuenta para aprender. Viste mucha gente a tu paso, mas sin embargo, no te diste cuenta de lo que estaban haciendo bueno para imitar, o malo que pudieras corregir, por eso fue que nadie se dio cuenta de tu presencia, de tu andar en ese camino.¿Qué debo hacer entonces? -pregunté-Te llevaré por un sendero diferente, en el que verás y aprenderás muchas cosas, que si las sabes aprovechar, te servirán en la vida.¿Y, es muy largo, ese camino?Será tan largo o tan corto como tú quieras. Será largo y tormentoso si no valoras y sacas provecho de lo que ves. En cambio, si aprendes y enseñas, será muy placentero para tu crecimiento.Sin estar muy convencido de quien así me hablaba; resolví que debía vivir esa experiencia. Al fin y al cabo, no estaba haciendo nada y valía la pena cambiar un poco la rutina. Dudoso pues; avancé unos pasos por el camino señalado.Comencé a ver gente a mi paso que se reían unos, me saludaban otros, unos cuantos me reprendían o aconsejaban; no faltó los que me llamaban por mi nombre….¿Lo ves? -Me dijo aquella voz- ¿Ves cómo te conocen?Sí -le respondí- pero me siento mal a veces, por que entiendo que me critican.¡Y que importa! te conocen; saben que estás ahí; has aprendido y enseñado lo que sabes. Fíjate pues, que muchos te admiran y quieren seguir tu huella. Corrige los errores que te critican y no hagas caso de lo demás; has de cuenta que no has visto ni escuchado nada que te afecte o sea negativo para ti. Eso se llama: Tolerancia.Seguí adelante y más allá, encontré a otras personas que trabajaban en distintas labores o hacían cosas que no tenían ningún sentido, pero no dije nada; me acerqué para poder dirigirles un breve saludo, acompañado de una leve sonrisa, para no interrumpir sus quehaceres.Con cuidado, observé y traté de copiar algunas cosas, para que, en su descanso, poderles preguntar sobre las dudas que se me presentaron y continué.¡Muy bien! -me dijo, quien me hablaba-No hice nada. -respondí- Tan sólo saludé y sonreí…Y guardaste silencio para no entorpecer la labor; has resuelto esperar el momento oportuno para hablar. Eso es saber respetar.Más allá, vi a unos mendigos que en silencio, tendían su mano, en espera de una mísera limosna; noté que todos tenían experiencias y muchos conocimientos, que por múltiples razones, tal vez, no han querido o sabido explotar y por eso llegaron a la mendicidad. En mis bolsillos, no llevaba una moneda que dar; me acerqué y les dije: soy tan pobre o más que ustedes; les aseguro que tienen los conocimientos, que a mí me hacen falta para alcanzar una mínima riqueza.Se miraron admirados y entendieron que me unía a su causa de un modo diferente, por lo que entendieron el mensaje y decidieron poner en práctica su sabiduría en favor de los demás.¡Qué bien! -Oí que me decía la voz-Eso es solidaridad. Compartiste tus ideas y te escucharon.Cansado de andar, sentí sed, pero solo encontré unas gotas de rocío, mecidas en las hojas; las tomé para mojar con ellas mis labios. Me sentí mejor y la sed desapareció.¡Qué interesante! -me dijo aquella voz-No veo nada de importancia, -dije-Claro que sí, -siguió la voz- Apagaste tu sed, con unas simples pocas gotasde rocío y te sientes muy bien!Es lo que necesitaba. –contesté-Sí. –Me respondió- Y estás satisfecho. Eso es saber valorar lo poco que se puede obtener y sacarle buen provecho. Pues bien; si valoras el entorno, si amas la naturaleza, el universo: ámate a ti mismo como a los demás y encontrarás la felicidad que buscas.De pronto, sentí que ya no había nadie, el lugar estaba desierto y en total silencio; entonces, en ese instante pude comprender que había tenido una profunda y fructífera meditación; porque en verdad, Yo, estaba hablando Conmigo.

0 Puede hacer sus comentarios aquí.: