CUENTO: CÁNCER. (Rosalba Gutiérrez) Un día cualquiera, mientras la fresca agua rocía por la ducha de mi baño, abrazaba mi cuerpo desnudo y mis manos se deslizaban por mis senos; hallé algo extraño en mí: un “frijolito” se había incrustado en mi mama derecha; comenzó a crecer y a ser parte de mi nueva preocupación.Callé la situación, pues tuve miedo de entorpecerme con insignificación, había llegado el momento de empezar a vivir como nunca lo había podido hacer: disfrutar de mi casa, mis vecinos, ser sólo alegría para contagiar a todo aquél que pasara por doquier, servir, vivir, reír, ya no más dolor, no más miseria.El fríjol, crecía, hasta que empecé a sentir mi seno que me ardía un poco, allí donde se hallaba la extraña masa; ese ser entrometido, el cual no había sido invitado a la fiesta; decidí tener valor y empecé a buscar respuestas y opiniones, para decidir lo que tenía que seguir; mis vecinos, allegados y mi hermana, me aconsejaron, casi me obligaron a proceder, con la fortuna de la EPS, que me tenía mi hija por su trabajo.Malaya, la racha de mala suerte. Un respiro tan corto como el la estrella fugas; pero bueno, algo más enfrentar en mi pasar por éste mundo.Vinieron exámenes, uno, otro y otro. Una biopsia, que determinó un tumor maligno: “cáncer de seno”. Había llegado el final…..apenas comenzaba mi vivir: cuatro químios, mastetomía radical: veintinueve radioterapias; menos mal, resistí.De nuevo, arrastrada por las circunstancias, recoché en el primer ciclo de la quimio; mire señorita: búsqueme al doctor para que me pinte ese veneno de color verde, yo soy hincha del Nacional, o dígame usted: ¿acaso es verde, el que me tiene asignado?. No señora, empezamos con el rojo.No niña, he tenido la información que el rojo me tumba mi cabello; yo no quiero quedarme calva.No se preocupe señora, hay pelucas hermosas; miré a mi acompañante con languidez sin perder mi humor que ya me caracterizaba y le pregunté, ¿acaso eso no es muy caro? Ella, me respondió: bueno, tampoco; venden cachuchas, gorras, o a lo mejor a usted no se le cae; de mil, una, imaginé “esa es usted” ¿cierto? bueno. Ya lo decidí, a mí, no se me va a caer.Ella, luego agregó, y por el color del líquido, no se preocupe, usted es hincha del Nacional, pero también es Liberal, será un honor inyectar más color rojo al carmesí de su sangre, cierto…..Sonrió, tapando su encía, pues temí, a la cabeza calva, olvidando que una fase de la circunstancia había sido que le sacaran toda su dentadura para reemplazarla por prótesis, superior e inferior.Mis lágrima, se hicieron incontenibles, pero las acompañaba de risas y abrazos, me burlaba de mí misma mientras inspeccionaba el lugar: una gran sala con sillas reclinomáticas; veía cobijas, sábanas, llantos, ojos serrados, miradas que silenciosamente hacían preguntas, pero sabía que sellaban sin pronunciar palabras, leí en cada rostro el miedo, la zozobra, la inquietud, un letrero que decía en cada frente: “pronto ya no seré de aquí”.Cuatro, tres horas allí, pregunté sobre otras cosas a aquellos que como yo allí recibían el tratamiento.Unos más tranquilos, aún sabiendo de que su situaciones no eran más favorables, hacían comentarios de aceptación a la nueva ruta que les había tocado asumir, sus cánceres.Después de esta primera sección, al salir ordené una malteada con caviar; nunca en mi vida había tenido la oportunidad, pero tenía la noción que era comida de raíces y ahora me sentía con el cielo de mi parte, pero aún con el frijolito que ya empezaba a tornarse mamoncillo, recibí palabras de consuelo en chanzas y concejos y, ya, a año largo del calvario, aún sigo existiendo con la esperanza de un mañana mejor, con la certeza de que todo es por lo que tiene que ser.Hay momentos de soledad y angustia, miedo y temor. Sin embargo ahí voy en mi barca, aunque anclada pero con esperanza, al fin de cuentas, barca es barca y en cualquier momento como barca zarparé; mientras tanto vivo y gozo sin esperar el mañana, sólo vivo mi hoy, ayer ya pasó y mañana quizá nunca llegue…..
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