Ha pasado el quinto mes del año, mes de Mayo, dedicado al ser más especial del mundo: La Madre. La mujer maravillosa, que nos ha dado el ser y la vida, aún a costa de muchos sacrificios, que tan abnegadamente acepta y sabe sortear en procura de que no le falte nada a sus hijos.
Es la madre, esa persona a quien le debemos lo más grande de la vida, y es por eso que somos muy concientes, que no es solo un día del año, si no, todos los días de la vida, los que debemos dedicarle, con el mismo amor con el que ella se da a sus hijos y de manera especial también a sus nietos, cuando estos han llegado a aumentar el número de su descendencia.
Acertadamente, el compositor español, Don Manuel Alejandro, le ha dado vida a una de sus más grandes creaciones: “ESA MUJERCITA” que todos, alguna vez hemos cantado o por lo menos hemos escuchado, advirtiendo en ella, la sublime misión de una madre para criar, enseñar y educar a sus hijos; para encaminarlos por un sendero del bien y del servicio al prójimo. Qué grato es traer ahora ese poema hecho canción, para dedicárselo a nuestras madres, esposas o hijas que cumplen a cabalidad con esa tarea de dar vida, a la vida de seres, que poco a poco van multiplicando una familia.
“Esa mujercita que ves con el pelo blanco,
esa mujercita que ves vestida de negro;
esa es la mujer que más quiero y más quiero,
porque yo una vez fui dolor de su carne”
Dice Manuel Alejandro, en su bellísima canción, en la cual exalta la labor amorosa y dedicada desde el mismo momento de la concepción, y continúa, para completar el coro de su más bella composición, para justificar con cual amor se desgasta una madre para poder cumplir con su deber ante el ser Supremo y sus hijos:
“Esa mujercita que ves con los ojos tristes,
esa mujercita que ves con los labios secos;
esa es la mujer que más quiero y más quiero,
porque yo he vivido mezclado en su sangre”.
Hermosamente resalta que somos parte de su cuerpo, de su sangre, de su vida entera y que a través del tiempo está dispuesta a dar todo lo que está a su alcance para que no nos falte absolutamente nada.
“Ella me invitó a beber de su pecho,
ella me enseñó la primera palabra;
ella me ayudó a caminar por el suelo,
y a que fuera feliz en mi infancia”.
Y continúa diciendo el poeta, en su maravillosa canción:
“Y me regaló el primer tren de nácar
y me protegía del hambre y del frío
y me dibujaba castillos y hadas
y árboles muy grande al lado de un río”.
Con esto quiere ennoblecer mucho más el papel de la madre y maestra que se da por entero, con sus enseñanzas morales para que sus hijos lleven una vida recta y en ella, les entrega sin medida todo su amor y en las noches de desvelo, siempre está pendiente para que nos les falte nada, tanto material como espiritualmente.
El compositor español: Manuel Alejandro, ha hecho un homenaje universal a la mujer que sin esperar nada a cambio, sufre en silencio para no preocupar con sus afanes a quienes son parte de su vida, carne de su carne, sangre de su sangre, por quienes está dispuesta a dar su vida si es necesario, con tal de verlos crecer felices. No en vano es exaltada por el mismo Dios, como protectora y dadora de la vida; siempre abnegada y dulce, tierna y delicada, humilde y servidora; la madre ocupa un puesto muy importante en el corazón del hombre y un rincón especial en el alma de todo ser humano.
“Me enseñó a rezar con palabras sencillas,
me indicó el camino que lleva a la gloria;
lo bueno y lo malo que existe en la vida,
para que jamás me abrazaran las sombras”
Termina la canción explicando de qué manera se pueden alcanzar las metas en la vida sabiendo llevar todos los trabajos con verdadero amor; con ese amor tan grande y maravilloso, como el que solo nuestra madre sabe dar.
“Me enseñó a pensar con los pies en la tierra,
me explico el por qué del amor y la ira,
y porque en el cielo se ven las estrellas
y porque en la tierra, los hombres envidian”.
Y así, por ese mismo estilo, encontramos cantidad de poemas y canciones que hablan de ese ser maravilloso que es la madre; tanto autores colombianos como extranjeros, con especial sentimiento de amor, de gratitud o de nostalgia, algunos, han compuesto una frase sin igual, para homenajear a tan sin par mujer.
XUNDABÉ, Taller de Escritores; no puede dejar pasa tan importante acontecimiento para decirle a “Esa Mujercita” a quien todos apreciamos de verdad: Gracias mamá!
Editorial séptima edición
Que bonita mamá
(Marino Gaviria Vargas) Paciente.
A continuación dos temas de uno de los Tallerístas, escritos desde 1983 el primero y en 1984 el segundo; dedicados a doña Resfa Vargas, su progenitora y con ella, a todas las madres del mundo, en los cuales muestra la belleza espiritual de una madre y las bendiciones que ella siempre pide por sus hijos, su entrega y dedicación sin condiciones.
Mamá: que bonita que estás,
mamá, qué dichoso estoy hoy,
al saber que te puedo tener,
yo te vengo a cantar con todo el corazón.
Hoy tus hijos, te deseamos,
que por siempre, tú, vivas feliz,
son tus hijos, todos mis hermanos,
que venimos a cantarte así:
Mamá: qué bonita que estás,
mamá: te queremos decir:
que toditas la noches rezamos,
pidiéndole al cielo, que te haga feliz.....
Que vivas dichosa muchos años,
que podamos vivir junto a ti,
y sentir tus caricias sinceras
y cantarte de nuevo así:
Mamá: qué bonita que estás,
mamá: más hermosa que ayer,
mamá: qué palabra tan tierna,
mamá: qué bonita que estás.
La madre mia
(Marino Gaviria Vargas) paciente
Me siento hoy, cómo la madre mía,
allá en la cuna, me arrulla todavía;
recuerdo hoy, como si fuera un niño,
igual que aquél, que llora de alegría,
así, una vez, lloré a la madre mía.
Recuerdos bellos, me quedan en la vida,
ella es mi madre, la madre más querida,
siempre recuerdo que cuando yo era niño,
feliz la hacía mostrando mi sonrisa,
así, una vez, reí a la madre mía.
Volví al hogar que antes había dejado
alguna vez, hace ya mucho tiempo,
reía mi madre, al verme tan contento,
gozaba yo, al ver mi viejecita,
así una vez, sonrió la madre mía.
Sentí nostalgia al verla tan anciana
cuántos recuerdos de niño yo tenía,
ahora yo quiero cantarle mis delirios,
seguir con ella y llorar de alegría,
así una vez, lloró la madre mía.
Ramos de flores, le traigo en las mañanas,
ofrezco en ellas, entera el alma mía,
día tras día le doy con embeleso,
el beso que la hace feliz en éste día,
goza conmigo también la madre mía.
Día del Padre
Marino GaviriaLlega ahora también el mes de Junio, que por consiguiente es dedicado a otro ser muy especial en la vida del ser humano, ya que por él, también se nos ha dado la vida: es el Padre, guía sin par, que junto a la madre son la primera escuela de la existencia del hombre. A él, muchos compositores colombianos y extranjeros, le dedican un poema hecho canción, que todo mundo en distintas celebraciones ha tarareado, para alagar de alguna manera a su progenitor.
Sin duda el padre ocupa un rincón escondido en el corazón del hombre, pero igual que la madre, merece nuestro respeto y cariño; así que el cantautor Italo-Argentino: Francisco José Sigluzo de Benedictis: PIERO; en su momento y ahora sigue igual, haciendo famoso su tema “MI VIEJO”, que con tanto amor y respeto hizo para su padre, y con él, para todos los padres del mundo:
“Es un buen tipo mi viejo,
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.
Comienza el tema que con amor y ternura, dedica al padre, para demostrarle de alguna manera que siente admiración por su misión encomendada en la vida.
“Yo lo miro desde lejos,
pero somos tan distintos,
es que él creció con el siglo,
con tranvía y vino-tinto”
“Viejo mi querido viejo”
Al padre aunque se le mire desde muy lejos y se distinga lo distinto que es, por su edad, por su dignidad y su autoridad, siempre será el ser humilde y bondadoso que junto con la madre, es el maestro más auténtico que podamos tener a lo largo de la existencia.
“Ahora ya caminas lerdo,
como perdonando el viento:
yo soy tu sangre mi viejo,
soy tu silencio y tu tiempo”
Con qué devoción y ternura le dice lo mucho que significa en la vida, y lo mucho que agradece y aprecia la presencia de un hombre con su experiencia y conocimientos; para guiarlo por el camino de la vida.
“Él tiene los ojos buenos
y una figura pesada;
la edad se le vino encima,
sin carnaval ni comparsa”
Sigue diciendo cuanto se ha desgastado por cumplir su misión de padre y maestro, sin escatimar ningún esfuerzo para que sus hijos no tengan de qué preocuparse.
“Yo tengo los años nuevos,
el hombre los años viejos,
el dolor lo lleva dentro
y tiene historia sin tiempo..
“Viejo mi querido viejo”
Continúa diciendo que el bondadoso padre no solamente es un miembro más en la familia, si no que es el pilar más importante de un hogar.
Por todo eso y por mucho más: ¡FELIZ DÍA PAPÁ!
Quinto acto
Ana Inés Valencia (paciente).
Llegaron así como familia que rezaunida. Se sorprendieron al encontrar las puertas del teatro cerradas y pensaron que había una desinformación acerca del comienzo de la hora del espectáculo; desinformación de la cual, se culparon unos a otros. Un somero aviso anunciaba que luego de comenzada la obra, solo se permitía el ingreso a la sala, en el descanso anterior al quinto acto.
La mesa del bar a donde decidieron ir a pasar el tiempo de espera, se llenó de canelazos que encendieron los ánimos y, sin mucho desafuero, se generó una discusión acerca del programa del festival de teatro. Pusieron mucho énfasis en la necesidad de llegar puntualmente, de lo contrario: cadaunoporsulado.
La temperatura baja se mejoró con un buen puesto al lado de la chimenea, pero el estado del tiempo no, y aguaceroventiado obligó el cierre de las puertas, esta vez del lugar en el cual se habían refugiado. El mesero con sonrisaflordelabios, pidió el favor de juntar un poco las mesas, para permitir la ubicación de las últimas personas en entrar al establecimiento, que para el momento había copado su capacidad. Familiaunida, aceptó la sugerencia. La proximidad con los recién llegados, les permitió enterarse de que estaban en circunstancias similares. -Eran cinco personajes en busca de autor- y su tema también era la culpa. Una expresión violenta de uno de ellos, condujo a que quien tenía la palabra se saliera de casillas. Hubo crujir de dientes. Todos los componentes de la noche quedaron involucrados. Sonrisaflorde labios hizo un llamado a la cordialidad y motupropio se ofreció como moderador para lo que seguía un gran debate. Pasó el tiempo. Se oyeron diferentes puntos de vista, se analizaron con vehemencia, algunos, pero otro momento de tensión llevó al administrador, oportunamente, a ofrecer una copa demás, lo cual condujo a un súbito estado de calma con una conclusión unánime: -CULPABLES SOMOS TODOS-.
Sonó la música. Todos salieron a bailar, cada uno por su lado y, el ardor de la chimenea tuvo su máximo esplendor, cuando por allí entró una intensa luz, seguida del estruendoso sonido de un rayo. Se detuvo el tiempo, llegó el silencio, la oscuridad, la noche, hasta que a manera de exmaquina cayó del techo una cuerda, por donde descendió la Victoria Alada y estableció el orden. Sonrisa flordelabios, sin la muestra de la más mínima preocupación, se levantó y les dijo: Señoras y Señores: La obra ha terminado. Pueden retirarse. Las puertas del lado de atrás están abiertas. Salieron todos, cadaunoporsulado.
El jueves veinte de Marzo del año dos mil ocho, el periódico El Tiempo, publicó en su primera página, lo siguiente:
El XI Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, informa:
Por fuerza mayor y debido al temporal ocurrido en el día de ayer, nos vimos en la obligación de cerrar, intempestivamente, el teatro Faenza, por inundación.
Solicitamos al público acercarse a las taquillas, para entregarles nueva boletería, o en su defecto, la devolución del dinero.
YOFANNY.
ANAINESVALENCIA. Marzo treinta y uno, del dos mil ocho.
Medellín, cerrado.
(Marino Gaviria Vargas) paciente
Hasta hace muy poco tiempo, era yo un ser humano, con todas las facultades con que la naturaleza puede dotar a uno. Facultad para caminar y correr, facultad de ver y oír, en fin, facultad para todo: para hablar.....pero..... un momento!. Esta última, por culpa de uno a quien hice mi amigo inseparable, la he perdido y ahora estoy sumido en un silencio tan grande, pero, que a pesar de todo, me ha permitido encontrarme conmigo mismo y además, de pensar con más calma, de analizar detenidamente lo que hago y de profundizar un poco más en lo que es la vida y en la misión que todo ser humano debe cumplir en su paso por el mundo.
Sé, que muy malo es juzgar; pero lo que siento hoy en día, es un odio profundo y un arrepentimiento tardío, de haberme acercado tanto a ese a quien he llamado: “el señor de los muchos apellidos”, a quien hice mi compañero incondicional en los momentos de alegría o de tristeza; a ese, a quien creyéndolo inofensivo, lo hice indispensable en largas noches de insomnio, en momentos de desesperación, dizque porque me tranquilizaba, en ratos de incertidumbre, porque me serenaba; en las tristezas, dizque porque me animaba o en momentos de meditación, porque supuestamente me inspiraba, y a pesar de todo esto, junto a él, muchos poemas y canciones componía, pero cuando me faltaba, dejaba de hacer una tarea por salir a buscarlo y disfrutarlo, sin pensar por un momento en el daño tan inmenso que me estaba causando lentamente.. Pero, ya no vale la pena pensar en lo que hice o dejé de hacer por tener a un supuesto compañero, a quien dediqué los mejores años de mi vida. No vale la pena entonces vivir de lamentaciones y mejor es seguir adelante.
A muy temprana edad lo conocí con humildes apellidos, más tarde, lo fui distinguiendo con apellidos más elegantes, sugestivos, llamativos y extranjeros, sobre todo americanos y franceses, pero con esto, lo mismo de peligroso. En momentos de alegría lo buscaba, porque me permitía asociarme a grandes reuniones y amenas tertulias que se organizaban al rededor de la familia o de los amigos y aún con gente desconocida en el momento y que más tarde nos hacíamos muy buenos amigos ya fuera como compañeros de trabajo o simplemente como vecinos que éramos. Ese mismo que creyendo erróneamente que me daba categoría, importancia y buena reputación, ese, a quien yo hice mi aliado durante tantos años y que me acompañaba a todas partes; ese, que tú encuentras en todas partes, aunque por fortuna, hace ya mucho tiempo que le prohibieron la entrada a recintos cerrados, a los medios de transporte; en fin, a muchos lugares, por el daño irreversible que tanto hace, atrofiando el cerebro, alterando el corazón, deteriorando los pulmones, dificultando la respiración y tantos otros daños que causa; sigue con su misión devoradora, conquistando adolescentes, entrando a los colegios y a muchos otros sitios donde lo reciben como a incomparable compañero, sin querer nadie, darse cuenta, como me pasó a mí, que con apellidos humildes, elegantes o extranjeros, es el enemigo más vil, despreciable y no pequeño, que el mismo hombre haya podido crear.
Es ese mismo que hoy, me ha sumido en un silencio profundo y que sin imaginármelo siquiera, me obligó a abandonar las cosas más bellas y sanas que yo disfrutaba verdaderamente; el que se hizo pasar como fiel compañero en el triunfo y las derrotas, el que me acompañaba siempre en las buenas o en las malas; ese mismo fue y seguirá siendo: el malvado señor de los muchos apellidos.
Cuando comencé a perder mi voz por él, abandoné mi guitarra. Esa sí que fue una amiga fiel y sincera!. Cuando la pulsaba, siempre se acomodó a mi estado de ánimo. Si estaba alegre, sus cuerdas vibraban como nunca y retumbaban melodiosas, haciendo más alegre el canto. Cuando triste me encontraba, con mis manos en ella, enredaba en sus cuerdas mis desventuras y con extraordinaria obediencia me respondía, devolviéndome amorosamente el ánimo. Cuando con nostalgia la pulsaba, ella, con sonoras notas se encargaba de darme de nuevo una esperanza; mas, cuando estuve enamorado, tiernamente sus cuerdas sonaban, con una romántica pasión que abría corazones y hacía soñar enternecidos a cuantos escuchaban mis canciones. ¡Esa sí que fue mi amiga! La que nunca me negó una nota y que en vez de dañarme, me regaló largos y calurosos aplausos; la misma que en noches serenas y silentes, despertó amorosamente a más de una novia que, invitado por su enamorado íbamos a llevarle serenatas a su amada. Esa sí que fue mi amiga de verdad y muy sincera pero que hoy abandonada en el olvido, ha sido otra pérdida causada por el daño tan grande que me hice, por compartir con ese: el señor de muchos apellidos.
Y mis hijas: las canciones? Hoy como yo, silenciosas están también en el olvido, esperando tal vez, que alguien se interese por ellas y las vuelva a interpretar con el mismo amor con el que yo las creé para distraerme un poco junto con los míos; con la misma esperanza que yo tuve, de que algún día alguien las pidiera para dedicarlas a su novia, a sus padres, a sus hijos o a personas muy queridas. Ah... los poemas! Aquellos que con tanta dedicación compuse, para recrear con ellos alguna situación que yo creía merecer la pena, o simplemente para con ellos describir un bello paisaje de mi pueblo, enmarcado en verdes prados, repleto de cantidad de flores frescas, donde revoletean multicolores mariposas y donde resuena el trinar armonioso de las aves y mil cosas más que se puede decir a través de las canciones y poemas, hoy en día mudos, igual que mi guitarra y yo.
Gracias a Dios y a la ciencia médica, aún sigo viviendo y disfrutando de la vida y aunque con un poco de limitaciones, tal vez me anime a seguir escribiendo mis vivencias, mis canciones, mis poemas, aunque mi voz no se escuche y ya no me sirva como antes.
Ya no vale la pena vivir de los lamentos. Es por eso, amigos míos, que quería contarle todo esto, para que tomen conciencia de no acercarse nunca, ni siquiera un poco, ni mucho menos permitir que hasta ustedes llegue, ese, que equivocadamente hacemos nuestro amigo inseparable, ese, al que yo nombro, como el señor de los muchos apellidos y que por nombre se llama cigarrillo.
¿Amigo? ó ¿Enemigo?
(Marino Gaviria Vargas) paciente
Hasta hace muy poco tiempo, era yo un ser humano, con todas las facultades con que la naturaleza puede dotar a uno. Facultad para caminar y correr, facultad de ver y oír, en fin, facultad para todo: para hablar.....pero..... un momento!. Esta última, por culpa de uno a quien hice mi amigo inseparable, la he perdido y ahora estoy sumido en un silencio tan grande, pero, que a pesar de todo, me ha permitido encontrarme conmigo mismo y además, de pensar con más calma, de analizar detenidamente lo que hago y de profundizar un poco más en lo que es la vida y en la misión que todo ser humano debe cumplir en su paso por el mundo.
Sé, que muy malo es juzgar; pero lo que siento hoy en día, es un odio profundo y un arrepentimiento tardío, de haberme acercado tanto a ese a quien he llamado: “el señor de los muchos apellidos”, a quien hice mi compañero incondicional en los momentos de alegría o de tristeza; a ese, a quien creyéndolo inofensivo, lo hice indispensable en largas noches de insomnio, en momentos de desesperación, dizque porque me tranquilizaba, en ratos de incertidumbre, porque me serenaba; en las tristezas, dizque porque me animaba o en momentos de meditación, porque supuestamente me inspiraba, y a pesar de todo esto, junto a él, muchos poemas y canciones componía, pero cuando me faltaba, dejaba de hacer una tarea por salir a buscarlo y disfrutarlo, sin pensar por un momento en el daño tan inmenso que me estaba causando lentamente.. Pero, ya no vale la pena pensar en lo que hice o dejé de hacer por tener a un supuesto compañero, a quien dediqué los mejores años de mi vida. No vale la pena entonces vivir de lamentaciones y mejor es seguir adelante.
A muy temprana edad lo conocí con humildes apellidos, más tarde, lo fui distinguiendo con apellidos más elegantes, sugestivos, llamativos y extranjeros, sobre todo americanos y franceses, pero con esto, lo mismo de peligroso. En momentos de alegría lo buscaba, porque me permitía asociarme a grandes reuniones y amenas tertulias que se organizaban al rededor de la familia o de los amigos y aún con gente desconocida en el momento y que más tarde nos hacíamos muy buenos amigos ya fuera como compañeros de trabajo o simplemente como vecinos que éramos. Ese mismo que creyendo erróneamente que me daba categoría, importancia y buena reputación, ese, a quien yo hice mi aliado durante tantos años y que me acompañaba a todas partes; ese, que tú encuentras en todas partes, aunque por fortuna, hace ya mucho tiempo que le prohibieron la entrada a recintos cerrados, a los medios de transporte; en fin, a muchos lugares, por el daño irreversible que tanto hace, atrofiando el cerebro, alterando el corazón, deteriorando los pulmones, dificultando la respiración y tantos otros daños que causa; sigue con su misión devoradora, conquistando adolescentes, entrando a los colegios y a muchos otros sitios donde lo reciben como a incomparable compañero, sin querer nadie, darse cuenta, como me pasó a mí, que con apellidos humildes, elegantes o extranjeros, es el enemigo más vil, despreciable y no pequeño, que el mismo hombre haya podido crear.
Es ese mismo que hoy, me ha sumido en un silencio profundo y que sin imaginármelo siquiera, me obligó a abandonar las cosas más bellas y sanas que yo disfrutaba verdaderamente; el que se hizo pasar como fiel compañero en el triunfo y las derrotas, el que me acompañaba siempre en las buenas o en las malas; ese mismo fue y seguirá siendo: el malvado señor de los muchos apellidos.
Cuando comencé a perder mi voz por él, abandoné mi guitarra. Esa sí que fue una amiga fiel y sincera!. Cuando la pulsaba, siempre se acomodó a mi estado de ánimo. Si estaba alegre, sus cuerdas vibraban como nunca y retumbaban melodiosas, haciendo más alegre el canto. Cuando triste me encontraba, con mis manos en ella, enredaba en sus cuerdas mis desventuras y con extraordinaria obediencia me respondía, devolviéndome amorosamente el ánimo. Cuando con nostalgia la pulsaba, ella, con sonoras notas se encargaba de darme de nuevo una esperanza; mas, cuando estuve enamorado, tiernamente sus cuerdas sonaban, con una romántica pasión que abría corazones y hacía soñar enternecidos a cuantos escuchaban mis canciones. ¡Esa sí que fue mi amiga! La que nunca me negó una nota y que en vez de dañarme, me regaló largos y calurosos aplausos; la misma que en noches serenas y silentes, despertó amorosamente a más de una novia que, invitado por su enamorado íbamos a llevarle serenatas a su amada. Esa sí que fue mi amiga de verdad y muy sincera pero que hoy abandonada en el olvido, ha sido otra pérdida causada por el daño tan grande que me hice, por compartir con ese: el señor de muchos apellidos.
Y mis hijas: las canciones? Hoy como yo, silenciosas están también en el olvido, esperando tal vez, que alguien se interese por ellas y las vuelva a interpretar con el mismo amor con el que yo las creé para distraerme un poco junto con los míos; con la misma esperanza que yo tuve, de que algún día alguien las pidiera para dedicarlas a su novia, a sus padres, a sus hijos o a personas muy queridas. Ah... los poemas! Aquellos que con tanta dedicación compuse, para recrear con ellos alguna situación que yo creía merecer la pena, o simplemente para con ellos describir un bello paisaje de mi pueblo, enmarcado en verdes prados, repleto de cantidad de flores frescas, donde revoletean multicolores mariposas y donde resuena el trinar armonioso de las aves y mil cosas más que se puede decir a través de las canciones y poemas, hoy en día mudos, igual que mi guitarra y yo.
Gracias a Dios y a la ciencia médica, aún sigo viviendo y disfrutando de la vida y aunque con un poco de limitaciones, tal vez me anime a seguir escribiendo mis vivencias, mis canciones, mis poemas, aunque mi voz no se escuche y ya no me sirva como antes.
Ya no vale la pena vivir de los lamentos. Es por eso, amigos míos, que quería contarle todo esto, para que tomen conciencia de no acercarse nunca, ni siquiera un poco, ni mucho menos permitir que hasta ustedes llegue, ese, que equivocadamente hacemos nuestro amigo inseparable, ese, al que yo nombro, como el señor de los muchos apellidos y que por nombre se llama cigarrillo.
Efímero servidor
(Marino Gaviria Vargas) paciente
Por la falta de atención, en muchos casos,
de seguro, puede uno ser mal entendido
pues a muchos así les ha sucedido
por algunos que cuidado no le han puesto;
me quedé muy sorprendido por supuesto
al escuchar las preguntas que me hacían,
fueron cosas que en mi mente no cabían,
y todo por la manera de relatar un cuento.
pero por tal ridiculez, yo no me enojo
lo que quiero es, que entiendan lo que dije,
porque algunos lo interpretaron a su antojo;
sin embargo, por eso no maldije.
Fue en una amena reunión de amigos,
departiendo una noche sanamente,
contaban algunos, insólitas historias
que escuchábamos todos, muy alegremente.
Imaginando y maquinando en la mente cada uno,
qué contaríamos cada cual en el momento,
en que fuéramos preguntados por los otros;
oye, tú: cual es tu parlamento.
Como es mi costumbre, ideé rápidamente
cómo y cual sería el tema de mi historia;
traté de organizarlo en mi memoria,
para que fuera ameno y me salió así de rente.
Así, fue pues, que cuando llegó mi turno
que conté algo imaginario y cierto.
claro que, unos tergiversaron unos puntos,
y por eso preguntaban sorprendidos,
me interrumpían así a cada momento.
Por eso fue que me demoré más tiempo.
en relatar mi imaginada historia;
pues muchos al oírla, no creían
que hubieran pasado en un momento tantas cosas;
uno ingenuo, se estremeció de espanto,
mientras que otros maliciosos se reían.
Oigan pues, lo que conté aquel día:
Habiendo llegado muy cansado del trabajo,
entré a la casa y llegué hasta el comedor,
allí se encontraba, tranquilo y reposando,
muy pulcro, limpio y vacío su interior.
Encima del charol, junto a la jarra de cristal
que llena de agua pura y fresca estaba,
allí, aquel, muy tranquilo reposaba
esperando tal vez, que alguien lo empleara,
para así prestar algún servicio
y me tocó a mí, utilizarlo al tiempo
en que estuve mirando las noticias;
su vientre vacío, llené de agua
para calmar con él, la sed que me quemaba.
Y con pronta rapidez, muy obediente,
me sirvió y luego, luego lo volví a su sitio;
a un lado pues, lo dejé de nuevo
y muy sereno se quedó tranquilo,
hasta que después, al mucho rato
en su seno pude, saborearme un tinto;
otra vez lo coloqué en su sitio
donde siguió reposando muy sumiso,
esperando quizá, que prontamente
se me ocurriera abusar de su servicio.
Después de utilizarlo varias veces,
después que me calmó la sed y tomé tinto,
con una mano lo cogí y con fuerza,
lo apreté y lo estrangulé todito
hasta dejarlo deforme, fuera de servicio
y lo arrojé rápidamente a la basura
en la caneca que indica: reciclable
para que nunca pudiera volver a ser reutilizable;
cuando, de repente, escuché en la concurrencia
que alguien con fuerza, gritó desesperado:
¡criminal! Sois un acecino despreciable!
Cómo así? Qué están creyendo? Pregunté asombrado;
lo acabas de decir, contestó otro:
que después de utilizarlo, lo acabaste,
cómo fuiste capas de hacer tal cosa?
usarlo así, para después matarle,
y luego contarlo como si nada fuera
nunca imaginamos que tal era
tu infame forma de pagar servicios.
A uno que te atendió presto y sumiso,
así no se agradece: ¡miserable!
Me condenaron unos, me defendieron otros
y yo le respondía con acierto a cada uno:
es eso lo que se hace en estos casos,
para que no le presten el servicio a más nadie,
para evitar inconformidad o enfermedades;
es por respeto, por salud, por bienestar,
o es que acaso prevenir en estos casos no es sociable?
Escúchenme bien: esta es mi historia,
no crean que soy un ser vil y despreciable
no escuchan tan claro, que solo estoy hablando
del maravilloso servicio que nos presta,
un efímero vaso desechable........!