Alguien se llevó el sombrero (Ana Inés Valencia)

Alguien se llevó el sombrero
Ana Inés Valencia. (Paciente)

Salieron a la medianoche, él dijo que podía ver en la oscuridad y así fue como los guió por trochas, montes y valles, ríos y cañadas, hasta encontrar la:- inspección abierta veinticuatro horas-, hubo que tocar la puerta repetidas veces, pues no lo estaba.
Un señor somnoliento cuya condición parecía ser esa, abrió tímidamente un postigo por donde se escapó un sonido no identificado, que lo hizo estremecer.
-Que quieren y cuantos son- preguntó.
-Somos cuatro y venimos a poner una denuncia- contestaron todos.
-Pasa solo el ofendido-
-Su nombre-
-Pedro Riera-
-Ocupación-
-Celestino-
-Haga su denuncia-
-Mi denuncia no tiene calificativo, simplemente:-alguien se llevó el sombrero-
-Se lo robó-
-No señor inspector, se lo llevó-
-Como lo sabe-
-Lo supongo-
-Hay diferencia entre llevar y robar-
-Por eso no sé calificar el delito-
-Describa entonces el objeto robado-
Pedro Riera se tomó la palabra para decir, explicar, dibujar el sombrero, con tal vehemencia, que- inspector tuvo que interrumpirlo, para hacer la siguiente observación:
-La descripción que usted hace tan prolijamente, corresponde al sombrero que lleva en su cabeza-
-Yo no llevo nada en mi cabeza, Señor: -alguien se llevó el sombrero-
-Que pase el primer acompañante- ordenó inspector.
Pasó el primero, pasó el segundo y pasó el tercero.
Todos estuvieron de acuerdo en que:-alguien se llevó el sombrero –y que si el señor Riera, insistía en no tenerlo encima, era por que esa era su propia realidad y debería respetársela, por cuanto en la constitución, era claro el derecho al desarrollo de su propia personalidad.
-Desacato a la autoridad es lo que ustedes han cometido y por lo tanto quedan arrestados sin derecho a fianza-
Trasladados a un estrecho calabozo completamente a oscuras, volvieron a oír el ruido no identificado, la llave en el cerrojo.
-Acá hay alguien más dice Pedro Riera en su capacidad de ver, lleva corbata, botas y sombrero; además en su mano sostiene una maleta que no quiere descargar.
No había pasado un segundo, cuando -llave en cerrojo- volvió a sonar.
El señor de la maleta fue declarado en estado de libertad absoluta. Pero cuando atravesó la puerta al infinito,-inspector le requirió el derecho a saber que era aquello que tan celosamente guardaba.
-Tengo empacados mis sueños-
Contestación que le costó ser devuelto al sitio del cual acababa de salir.
De ahí en adelante todo fue un sueño, soñado por cada uno dé los reos condenados por atentar contra la seguridad del estado.

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