EDITORIAL XUNDABÉ.
(Decimotercera Edición)
Próximos a celebrar el tercer aniversario de nuestro taller de escritores, deseamos siempre contar cada día más con muchos colaboradores y amigos que quieran compartir sus escritos con todo el mundo. Por medio de esta página, no solamente queremos hacernos conocer nosotros como pacientes fundadores del grupo, si no también hacer conocer a todo el que desee publicar su obra en éste medio de comunicación.

Es importante recordar que nuestro grupo surgió, como una necesidad de comunicación con los demás, a raíz de la enfermedad catastrófica que nos atacó en algún momento y que para muchos pacientes fue la causa de perder la facultad de hablar de manera natural, y que desde entonces solo lo podemos hacer por medio de la voz erignofónica. Mientras vivimos ese proceso de recuperación, estuvimos totalmente “mudos” y por lo tanto la única forma de comunicarnos era esa: por medios escritos; lo que nos llevó a pensar en desarrollar esa práctica de la escritura y con ella, a plasmar en el papel nuestras vivencias, experiencias y todo tipo de sentimientos que se pueden expresar por medio de las letras.

Hemos pues, vivido los momentos más agradables, después de esa amarga dificultad, que por fortuna, no nos impidió seguir adelante, para demostrarle al mundo que por difíciles que sean los obstáculos que nos imponga el destino; Dios está ahí, para tendernos su mano tan bondadosamente sanadora, cuando le recordamos que “el dolor no es su azote que nos castiga; sino su mano que nos redime”

Tomamos hoy, para celebrar este aniversario, una bella frase de uno de los filósofos, pensadores e investigadores más grandes de nuestro tiempo; que a través de su obra nos deja grandes enseñanzas y ejemplos claros de cómo enfrentar la vida y sus dificultades, haciendo que estas no sean tan graves como las vemos; serán más llevaderas si pensamos y actuamos como verdaderos seres capaces de superar los grandes retos de nuestra vida: “Creo que un escritor debe estar en deuda con la vida, que sus relatos deben venir desde la curiosidad de su propia creación y que lo mas importante al escribir una historia, es escribir la historia” (L. Ronald Hubbard)

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Importante destacar el singular trabajo que nos presenta uno de nuestros más recientes integrantes del grupo: don Oscar Gallo quien basado en un muy buen libro de superación personal, trae al taller este hermoso y significativo trabajo; pensando no sólo en él; si no también en los demás miembros del grupo de pacientes y sus seguidores y acompañantes y por supuesto, al publico en general que nos acompaña a través de esta página.


EL CAMINO A LA FELICIDAD
(L Ronald Hubbard)

“Una guía basada en el sentido
Común, para vivir mejor”

La verdadera alegría y felicidad son valiosas. Si no sobrevivimos, no podemos lograr alegría y felicidad. Es difícil tratar de sobrevivir en una sociedad caótica, deshonesta y que por lo general es inmoral. Cualquier persona o grupo trata de obtener de la vida tanto placer como le sea posible y de estar tan libre de dolor como le sea posible. Tu propia supervivencia puede estar amenazada por las malas acciones de quienes te rodean. Tu propia felicidad puede volverse tragedia y pesar a causa de la deshonestidad y mala conducta de otros. Estoy seguro de que puedes recordar ejemplos en que esto realmente sucedió. Tales injusticias reducen tu supervivencia y dañan tu felicidad. Eres importante para otras personas. Te escuchan. Puedes influir en otros. La felicidad o infelicidad de otras personas a quienes podrías nombrar es importante para ti. Aunque nadie puede garantizar que otra persona pueda ser feliz, se pueden mejorar sus posibilidades de supervivencia y felicidad. Y al mejorarse las de ellos, también las tuyas se mejoraran.

“Tienes el poder de señalar el camino a una vida menos peligrosa y más feliz”

CUIDA DE TI MISMO:
Recibe cuidado cuando estés enfermo.
Mantén limpio tu cuerpo.
Protege tus dientes.
Aliméntate adecuadamente.
Descansa.
SÉ MODERADO:
No uses drogas dañinas.
No tomes alcohol en exceso.
Al observar los puntos anteriores, uno se vuelve físicamente más apto para disfrutar la vida.
NO SEAS PROMISCUO:
Sé fiel a tu compañera(o) sexual.
El sexo es un gran paso en el camino a la felicidad y a la alegría. No tiene nada de malo si se practica con fidelidad y decencia.
AMA Y AYUDA A LOS NIÑOS:
En la ruta del camino a la felicidad está el amor y ayudar a los niños desde la primera infancia, hasta que llegan al borde de la edad adulta.
HONRA Y AYUDA A TUS PADRES:
El camino a la felicidad incluye tener buenas relaciones con nuestros padres o con aquellos que nos criaron.
DA UN BUEN EJEMPLO:
El camino a la felicidad requiere que uno dé buen ejemplo a los demás.
BUSCA VIVIR CON LA VERDAD:
No digas mentiras dañinas.
No des falso testimonio.
Sigue la ruta de la verdad.
NO ASESINES:
El camino a la felicidad no incluye asesinar o que tus amigos, tu familia o tú mismo sean asesinados.
NO HAGAS NADA ILEGAL:
El camino a la felicidad no incluye el miedo a ser descubierto. APOYA A TU GOBIERNO IDEADO Y DIRIGIDO PARA TODA LA GENTE:
El camino a la felicidad es difícil transitar cuando está ensombrecido por la opresión de la tiranía. Se ha sabido que un gobierno benigno ideado y dirigido para toda la gente, allana el camino: cuando así ocurre, merece apoyo.
NO DAÑES A UNA PERSONA DE BUENA VOLUNTAD:
El camino a la felicidad se sigue con mucha más facilidad cuando apoyamos a las personas de buena voluntad.
PROTEGE Y MEJORA TU MEDIO AMBIENTE:
Mantén una buena apariencia.
Cuida tu propia área.
Ayuda a cuidar el planeta.
Si otros no ayudan a proteger y mejorar el medio ambiente, el camino a la felicidad podría no tener una superficie sobre la cual viajar.
NO ROBES:
No se puede viajar por el camino a la felicidad con objetos robados.
SÉ DIGNO DE CONFIANZA:
Cumple tu palabra una vez dada.
Se viaja por el camino a la felicidad con mucha más facilidad con personas en quienes podemos confiar.
CUMPLE CON TUS OBLIGACIONES:
Es muy difícil viajar por el camino a la felicidad cuando se tiene que cargar con el peso de obligaciones que se nos adeudan o que no hemos cumplido.
SÉ INDUSTRIOSO:

El camino a la felicidad es una carretera cuando incluye la cualidad de ser industrioso que conduzca a una producción tangible.
SÉ COMPETENTE:
Mira. Aprende. Practica.
Se viaja mejor en el camino a la felicidad cuando se tienen compañeros competentes.
RESPETA LAS CREENCIAS RELIGIOSAS DE LOS DEMÁS:
El camino a la felicidad puede volverse conflictivo cuando no respetamos las creencias religiosas de los demás.
TRATA DE NO HACER A LOS DEMÁS, LO QUE NO TE GUSTARÍA QUE TE HICIERAN A TI:
El camino a la felicidad está cerrado para aquellos que no se restringen de cometer acciones dañinas.
INTENTA TRATAR A LOS DEMÁS COMO TE GUSTRARÍA QUE TE TRATARAN:
El camino a la felicidad se hace mucho más brillante al aplicar el precepto; “Intenta tratar a los demás como te gustaría que te trataran”
FLORECE Y PROSPERA:
Y ese es nuestro deseo para ti: ¡florece y prospera!

“Todo lo que tienes que hacer es mantener el camino a la felicidad fluyendo en la sociedad. Como un suave aceite que se esparce sobre un mar turbulento, la calma fluirá hacia fuera más y más”

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Para continuar con nuestra celebración, dedicamos otro aparte de ese gran libro de tan asiduo escritor L Ronald Hubbard; que nos muestra de manera real y sencilla, de cómo debemos enfrentar el paso por la vida, haciendo el bien a la humanidad y por supuesto a nuestro querido planeta; único hogar de la vida en todas sus manifestaciones: animal, vegetal, mineral y humana. Qué confortable es encontrar textos tan claros, que de manera amena nos dicen cómo debemos proceder par observar un buen vivir.

“La felicidad se encuentra en emprender actividades que valgan la pena, pero solo existe una persona que podrá decirte con certeza lo que te hará feliz: tú mismo.
Los preceptos que se dan en este texto, son en realidad los límites del camino: al violarlos, somos como el automovilista que se precipita hacia el borde; el resultado puede ser la ruina del momento, de una relación, de una vida.
Solo tú puedes decir a donde va el camino, ya que tú estableces las metas para una hora, para una relación, para una etapa de la vida.
En ocasiones, uno puede sentirse como una hoja al viento en una calle sucia, puede sentirse como un grano de arena atorado en algún lugar. Pero nadie ha dicho que la vida sea algo ordenado y lleno de calma: no lo es. No somos una hoja raída, ni un grano de arena: podemos, en mayor o menor grado hacer un mapa del camino y seguirlo.
Podemos sentir que todo ha llegado a tal punto que es demasiado tarde para hacer algo al respecto , que nuestro camino del pasado estuvo tan mal que no tenemos la oportunidad de trazar un futuro que sea diferente: siempre existe un punto en el camino en el que se pueda trazar uno nuevo y tratar de seguirlo. No existe una persona viva que no pueda empezar de nuevo.
Podemos decir, sin temor a que nos contradigan, que otros pueden reírse de nosotros y tratar por diversos medios de sacarnos del camino, tentarnos a llevar una vida inmoral: tales personas lo hacen para lograr sus propios fines y si les hacemos caso, acabaremos en la tragedia y el pesar.
Claro que tendremos perdidas ocasionales al tratar de aplicar este texto y lograr que se aplique. Simplemente deberíamos aprender de estas experiencias y seguir adelante.
¿Quién dijo que el camino no tenía baches?
Aun así, se puede viajar en él. El hecho de que las personas puedan caer no significa que no puedan volver a levantarse y seguir adelante.
Si uno respeta los limites del camino, no puede equivocarse demasiado. El verdadero entusiasmo, felicidad y alegría provienen de otras cosas, no de vidas destrozadas.
Si puedes hacer que otros sigan el camino, tendrás suficiente libertad para darte una oportunidad de descubrir que es la verdadera felicidad.

“El camino a la felicidad es una carretera de alta velocidad para quienes saben donde se encuentran los limites.”

Tú eres el conductor.
Buen viaje.


“Todo lo que tienes que hacer es mantener el camino a la felicidad fluyendo en la sociedad. Como un suave aceite que se esparce sobre el mar turbulento, la calma fluirá hacia fuera más y más”

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Esperamos pues, que este aniversario, sea uno de muchos que podamos celebrar junto a usted amigo lector. Usted es parte de la historia que a diario escribimos en el grupo. Usted amigo lector, es nuestro más importante critico, que nos enseña y anima a seguir adelante en nuestro intento de recuperación y rehabilitación nuestra y de los demás pacientes que llegan a hacernos compañía, en esta “amable tragedia” que nos tocó vivir y que nos ha brindado una nueva oportunidad de superarnos y de demostrarle al mundo, que aún en el dolor, también podemos ser grandes emprendedores y dar testimonio de vida.



FELIZ ANIVERSARIO: “XUNDABÉ”


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Cuando se trata de aprender a trabajar en cualquier labor específica, se requiere de un buen guía que se preocupe por estar pendiente de sus aprendices, para que estos puedan desarrollar una buena labor; asimilar en forma todos los conocimientos y practicar debidamente lo aprendido.

En el caso de un escritor, como nosotros, requerimos de mucha crítica, que nos permita madurar, en el arte de las letras. Los jóvenes estudiantes, que prestan su servicio social en el taller de escritores, han tenido muy en cuenta su labor de instructores y nos presentan a menudo, su visión con respecto a nuestros cuentos y demás. Por esto, hoy queremos dar paso a una buena crítica que nos hace una de las jóvenes alfabetizadotas con respecto a una obra publicada en ésta página; escrita por Cristian C, Ruiz A, y que nos ha servido como referencia a todos los trabajos hechos por el grupo de pacientes escritores.

PENSANDO POR ELLA
ANALISIS. (Laura Yaneth Marín López)

Este análisis fue hecho para entrar en un pensamiento más crítico, y aprender más sobre la forma como leer una historia desde un punto de vista menos profesional e intenso. Con el fin de entender más la mentalidad del autor y su manera de expresarse.

Esta historia trata de una chica muy hermosa según la describe el autor, ella es, su amor platónico a quien no puede evitar mirarla aunque sea cada dos o más días, según su tiempo de estudio, en el plantel donde cursan su especialidad de la media técnica. Aunque lo normal sería que él, le hablara a la chica en cuestión, se niega a hacerlo, por el solo miedo de ser rechazado, reprimiendo así su deseo de lograr con ella un encuentro romántico.

Desde mi punto de vista, es una historia muy tierna, dulce y triste a la vez. Es dulce y tierna, porque en un intento de expresar sus sentimientos y desahogarse un poco, no se atreve a cruzar una palabra con ella por los temores que ya se han creado en torno a la situación amorosa. Triste, porque su historia, más que palabras, contiene desesperanza; tanta que es difícil no sentirla, es como si se estuviera imaginado una respuesta negativa, aún sin decirle nada, es más; ni siquiera conoce su voz.

Es difícil imaginar lo que el autor siente. Es una ola de amor, timidez, tristeza y desesperanza; es una mujer tan tierna que cada día la ve más linda e imposible, que parece celestial; pero tan femenina que hasta su voz es como una bella melodía. Sin embargo, el autor espera que llegue el momento de consolidar una estrecha relación; pero en mi opinión “los grandes momentos no se espera que se den; es uno quien los tiene que hacer realidad”

Al final, que es como el viento que apaga la llama de la esperanza; cuando el autor dice “y el desgraciado ese, está ahora con ella”; se siente cómo deja un vacío en su corazón. Es la historia de un chico con grandes sentimientos que lo dominan frente a un amor imposible.


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EUCLIDES: Uno de los más grandes matemáticos griegos; quien vivió desde el año 365, hasta el 275 antes de Cristo. Fue el primero que estableció un método riguroso de demostración geométrica. La geometría construida por Euclides, se mantuvo incólume hasta el siglo XIX. La piedra angular de su geometría es el Postulado: “Por un punto exterior a una recta sólo puede trazarse una perpendicular a la misma y sólo una”. El libro en que recoge sus investigaciones lo tituló: “Elementos”, es conocido en todos los ámbitos y ha sido traducido a los idiomas cultos.

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ARQUIMEDES: Vivió desde el año 287, al 212 Antes de Cristo. Se considera el más genial de los matemáticos de la antigüedad. Fue el primero en aplicar metódicamente las ciencias a los problemas de la vida real. Por espacio de tres años defendió a Siracusa, su ciudad natal, contra el ataque de los romanos. Fue autor de innumerables inventos mecánicos, entre los que están el tornillo sinfín, la rueda dentada etc. fue asesinado por un soldado enemigo, mientras resolvía un problema matemático. Fundó la Hidrostática al descubrir el principio que lleva su nombre.

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CLAUDIO PTOLOMEO: Su vida duró desde el año 100 hasta el año 175 de nuestra era (Después de Cristo). El más sobresaliente astrónomo de la época helenística. Nacido en Egipto, confluencia de dos culturas: Oriente y Occidente, influyó igualmente sobre ambas. Su sistema geocéntrico dominó la astronomía durante catorce siglos hasta la aparición de Copérnico. Aunque es más conocido por estos trabajos, fue uno de los fundadores de la Trigonometría. Su obra principal: el Almagesto, en que se abordan cuestiones científicas, se utilizó en las universidades hasta el siglo XVIII.

Reconocimientos

Es oportuno resaltar el nombre de las personas que hace ya tres años le dieron vida a tan maravilloso proyecto de recuperación y rehabilitación de pacientes enfermos del cáncer, y que han encontrado en el grupo un apoyo incondicional y amable para soportar el dolor de su “tragedia”.

Son personas entre médicos y enfermeras, que sin escatimar esfuerzos, promovieron, dentro de su fundación a un puñado de pacientes y acompañantes para que se reunieran motivados por el amor a las letras, y demostraran así, que todo en la vida es posible, cuando se tiene la certeza de que lo que se hace, se hace bien y por el bien de los demás.

Reconocemos muy especialmente la labor que hace el licenciado Carlos Upegui, que sin interés alguno, tan gentilmente nos colabora en la elaboración y publicación de éste espacio. A él, una y mil gracias de todo corazón.

Pero también un reconocimiento a los pacientes, que atendieron el
llamado, y sin esperar nada a cambio, se pusieron en la tarea de hacer conocer su talento como escritores aficionados y de paso hacer más ameno el camino de la vida que les toco atravesar en ésta oportunidad. A todos ellos hay que darles las gracias por darnos parte de su existencia, contándonos sus historias, sus experiencias, con el único fin de hacernos vivir un rato agradable a través de sus escritos como lo han hecho ya: Marina Tamayo, Consuelo Álvarez, Rosalba Gutiérrez, Jesús Antonio Lasso, Baldemar Ramírez, Paulina Gómez, Ana Inés Valencia y por supuesto nuestro director fundador don Marino Gaviria; de quien destacamos su último trabajo, de la vida real, que según su comentario, fue narrado por su propio protagonista; quien le pidió escribir dentro de lo posible, dicha historia, con la cual se logró resultados maravillosos de rehabilitación para el mencionado personaje; que por demás es decir; no se revela por su nombre, para proteger su identidad, como lo sugirió él mismo.

Dejamos pues, amigo lector a su consideración, lo que nos parece un magistral relato.


INFIERNO CITADINO.
Marino Gaviria Vargas. (Paciente)


Durante muchos años me he dedicado a escribir sobre todo tipo de temas, de acuerdo al estado de ánimo en el que me encuentro. Esto lo hago por pasatiempo, ya que me parece una forma agradable de contar mis anécdotas y con ellas disipar un poco mis penas. En tiempos de colegio, me relacioné con jóvenes de la universidad, buscando posibilidades de familiaridad con el alma mater. Uno de mis amigos se graduó de periodista por la década de los ochenta, y hace poco tuvimos un agradable encuentro; le conté de mi afición por las letras y le pedí que me enseñara un poco, para lo cual me contó sobre su experiencia en el extranjero, con el fin de que le presentara un trabajo por escrito de acuerdo a su historia; él, me calificaría y definitivamente me diría si tengo o no, siquiera un mínimo de talento para seguir escribiendo. Me aceptó encantado de apoyarme en mi loca idea y se dispuso a referirme la siguiente historia:

Cuando se celebró el mundial de fútbol en república de México, fui comisionado para cubrir todos los partidos que allí se disputaron; el periódico para el cual trabajaba en aquella época, no tuvo inconvenientes en aceptar mis condiciones, dado que siendo reporteo deportivo, también me interesaba mucho poder obtener noticias sociales y culturales, no solo de la ciudad capital, si no, del país azteca en general, si las circunstancias se pudieran dar. Con eso, podía demostrarles a mis jefes del periódico, las capacidades que me asisten como un completo reportero, sin importar cual sea el tipo de noticia que se me pueda presentar.

Me instalé en un hotel del centro en ciudad de México, que queda relativamente cercano al escenario deportivo, en que se dio comienzo al mundial. La ciudad, como se debe recordar, es una de las más pobladas del planeta, pero también, con índice bastante alto en polución ambiental. A pocas cuadras del hotel, conocí la avenida de los “indigentes” –así la llamé, ya que por lo que pude averiguar no tiene nombre; ni siquiera nomenclatura que la distinga de las demás- la que me llamó muchísimo la atención, pues en nada se diferencia a las calles del Bronx en New York, o al Cartucho en Bogotá. Aquí, la droga en todas sus presentaciones, también tiene su lugar de distribución y comercialización, como en cualquier ciudad del mundo actual.

Mayor curiosidad me causó ver a un niño de unos escasos doce años, que a pesar de su infancia, ya estaba metido en el mundo de la drogadicción; ¡no lo podía creer!, pero esa era la realidad a la que un nuevo viaje fuera de mi país, me ponía al frente de mis aspiraciones como reportero. No quería desaprovechar ésta oportunidad, pero me asaltaron las consabidas dudas, de qué manera me sería posible contactar al niño en cuestión, y lo único que se me ocurrió, como el camino más opcionádo fue, el de hacerme pasar por una persona del llamado bajo mundo; sería así, como me quedaría más factible acercarme al niño aquél.

Aún faltan dos días para que comience el mundial, tiempo suficiente –creo- para enfrentarme con una nueva faceta del periodismo y la posibilidad de poder hacer una entrevista que desde mucho antes quería realizar. Llegó la noche de aquel verano, en la que procedí a vestirme de tal forma que aparentara ser un consumidor de droga, para no levantar sospecha y ser rechazado de buenas a primeras, pero todavía quedaba un punto que resolver: el hecho de ser extranjero, el acento tan diferente, la falta de conocimiento de algunos regionalismos para no ser descubierto, los tenía en contra mía, y aún así, quise seguir en mi intento de llevar a término el proyecto que me había propuesto, desde que me ofrecieron la opción de viajar allí.

Lo primero que hice al salir a la calle, fue aprovisionarme de un “bareto” y tomando las precauciones del caso, simulé que fumaba; por fortuna el niño estaba muy cerca de mí; me sonrió y haciendo ademán de querer “trabarse”, me hizo una seña para que lo invitara a un viaje con la hierba maldita. Esto, me acercaría mucho más a él y a sus amigos de infortunio; por supuesto, me vi. en la obligación de invitarlos a todos, para no correr el riesgo de ser descubierto; en aquel momento debía idear un plan para sacar al niño y conversar a solas con él para poderlo investigar, pues el dinero no era mucho para invitarlos a todos, así que, me sería mucho más cómodo y me saldría menos costosa aquella charla, que desde un comienzo, pareció estar llena de experiencias dolorosas, que me interesaba conocer de cerca para luego transmitirlas al periódico y sacar a la luz pública un problema que no solamente es de un país, si no, del mundo entero.

Como pude, logré convencerlo de que habláramos solos en un pequeño restaurante de la zona, invitándolo a comer para ganarme más su confianza. No fue fácil, pero por el hambre que en ese momento lo acosaba, no se hizo rogar mucho aunque no muy a gusto, por tener que alejarse un buen rato de sus compañeros. Empecé por contarle quien era yo en el bajo mundo de las drogas, inventándome una falsa historia que fuera creíble, con la cual convencer al muchacho, sin que sospechara mi condición de periodista. Para mi satisfacción, no tuve que hablar mucho para que el chavo –como le llaman a los niños allí- se olvidara por un momento de sus amigos y después de haberse ingerido toda la cena de aquella tarde, comenzó a contarme sobre su vida en la calle.

Espero que no quiera saber mi nombre de pila; mis amigos me llaman “Milanta” y no me desagrada dado que esa es mi tierra de origen: la gran ciudad Italiana de Milán. Desde niño vivo en ciudad de México, con mis padres y el hermano mayor. Un día a la salida de la escuela, un compañero de grado me invitó a que nos trabáramos con marihuana -era la primera vez- y por pura curiosidad lo quise hacer. ¡Fue espantoso! Pero mi amigo me convenció de que pasaría pronto el efecto y que muy seguramente luego estaría pidiendo por favor un “baretico”. Comencé a fumar continuamente, hasta tal punto, que ya no me sentía capas de dejarlo. Poco a poco la sangre se me fue envenenando por aquel alucinógeno, que perdí hasta la noción del tiempo; olvidé el estudió, poco me llegó a importar mi hermano y mis padres; mi ilusión desde aquel momento tan solo era consumir más y más marihuana Colombiana, es la mejor, (me dio un dato desconocido para mí hasta aquel instante, y es que la marihuana de mi país, por desgracia es muy apetecida en el extranjero. Él, nunca supo que soy colombiano) fue así como me tiré en el año, perdiéndolo por completo para disgusto de mis padres, que la emprendieron contra mí, y aunque con causa justa, para mí se convirtieron en mis verdugos.

Somos diez los amigos que a diario nos reunimos para salir al centro de la ciudad al consabido rebusque. Cuando ya el hambre nos acosa mucho, mendigamos una moneda, pero nadie nos da nada; es entonces cuando nos dedicamos a atracar a los transeúntes que pasan por allí a altas horas de la noche; es así como conseguimos comer algo y nos queda lo suficiente para aprovisionarnos de más marihuana para pasar la larga noche y así pasan dos y tres días, de tal forma que en una situación de hambre y falta del alucinógeno, una fría noche, ya al amanecer, sin querer, llegamos a cometer un crimen, asesinando a un hombre, al que encuellé por la espalda amenazándolo con una botella a manera de revólver, de tal forma que otros compañeros se encargaron de despojarlo de su billetera, dejándolo sin un solo peso. Pero ocurrió, que por la forma como trató de defenderse, uno de mis despiadados compañeros le enterró un puñal, desangrándose y muriendo en instantes; lo abandonamos en la calle, emprendiendo veloz carrera para evitar ser capturados por los federales.

Es increíble la frialdad con la que el “Milanta”, me relata tal historia. Siento lástima por él; está sucio, mal vestido, pareciera que lleva muchos días sin alimentarse, sin bañarse siquiera; yo quisiera llevarlo al hotel a cambiarse, pero no puedo hacer eso, sería evidenciar que no soy como ellos y que tan solo me asiste la idea de saber sobre el mundo de la droga. Me quedo perplejo escuchando tan desgarrador relato y mirándolo con ternura, más que con lástima, trato de pensar en el cómo contactar un centro de rehabilitación para menores drogadictos, pero el tiempo no me dará esa posibilidad, ya que al término del mundial, debo regresar a mi país.

Una noche –continuó “Milanta”- en medio de uno de esos “viajes”, nos enrolamos con unas niñas que deambulaban por allí, hicimos que se trabaran para proceder a violarlas, no fue del todo una violación muy completa, pero de todas maneras fue a la fuerza. Era una de las pocas formas de cambiar de rutina las que ofrece esa vida tan miserable. Alguna vez nos fuimos a casa de un compañero; su padre tenía una tienda aledaña; nos entramos para robar algo de comer y de paso le despojamos del dinero producto de las ventas del día.

Mis padres ya notaban las faltas a la escuela, mi padre me reprendía hasta pegarme sin piedad y amenaza con echarme de la casa; mi madre llora sin consuelo pero no me convencen sus lágrimas, mi padre me busca por todas partes y si tengo que robarme las cosas de mi propia casa lo hago, para poder comprar la marihuana que es mi razón de vivir ahora. Eso genera desconfianza en ellos que ya no me dejan salir solo; de todas formas yo busco la manera de volarme y salir a la calle a trabarme.

Porque mi padre me estaba dando tan duro, resolví volarme de la casa y me fui al centro de la ciudad -aquí, donde estamos ahora- mi padre ha venido a buscarme, pero yo me le escondo, sé que vuelve a casa con rabia y desesperado por no verme; yo en cambio quedo tranquilo, porque puedo seguir haciendo lo que me gusta, con mis amigos de la calle, sin olvidar que la calle es dura, sobre todo en el invierno que por aquí es implacable, mejor dicho es un infierno; pero con todo y eso, no pienso regresar a la escuela y mucho menos a casa; aunque sé que mi madre llora por mí, que mi hermano me debe estar extrañando tanto, como yo a él, además, extraño las comodidades de una cama, el calor de un hogar.

Señor: me dice “Milanta”, -después de haber charlado conmigo durante casi toda la noche-. Y continúa: me contó que: una noche del más frío invierno, en que anhelaba regresar a casa, cansado, con un frío que penetraba hasta los huesos, me dio por probar el poper, pero no me llamó mucho la atención, me di cuenta que la marihuana no es reemplazable por nada del mundo; aunque dicen que la cocaína o el bazuco son mejores; pero a mí no me parece. Bueno, lo dejo ya, mis amigos se alejaron y debo de ir en su búsqueda, no hay muchos lugares en donde dormir y las cloacas ya deben de estar copadas; las posibilidades de encontrar lugar debajo de un puente son mínimas y si de pronto hay un cupo, la policía nos hace levantar a la madrugada, arrojándonos agua como a unos perros, para obligarnos a salir del sitio en que dormimos. Ojala señor, que usted no tenga la misma suerte que yo; que tenga mejores oportunidades y de pronto otro día nos volvamos a encontrar. Cada vez que trato de dormir un poco, sueño con el hombre que tan vilmente asesinamos por el dinero que llevaba en su bolsillo, tal ves ganado con esfuerzo, pero que en aquel momento era vital para nosotros subsistir en ese cruel infierno al que llegué, por atender una invitación equivocada de un compañero. Gracias por la cena señor….y se fue.

Me quedé pasmado, sin palabras, sin aliento, con el dolor de no haber podido brindarle una ayuda más eficaz a aquel niño que ha tirado su vida al fango; yo espero amigo mío –alcancé a decirle- que muy pronto tengas la fuerza suficiente para dejar las drogas y regresar al seno de tu hogar

Durante mi estadía en el mundial, hice amistad con un periodista mexicano; le conté lo sucedido y de paso le pedí el favor que estuviera pendiente de aquél niño; le di las señas convenientes para que lo contactara y si fuera posible me tuviera informado sobre el desenlace de aquella historia; pues mi extranjero amiguito estuvo a punto de morir en una de esas calles sin defensa alguna, por los enfrentamientos que tuvo con las bandas de otros barrios. Ya había sido amenazado de muerte en varias ocasiones, de manera que el peligro lo seguiría asechando en todo momento y lugar, sin poder evitarlo, si no se alejaba de la cruenta calle.

Efectivamente, unos años después, por fortuna y para mi alegría, me enteré de que el niño, después de dos años y medio, habiendo estado a punto de ser internado en un centro de rehabilitación; tuvo la fortaleza y capacidad de volver a su casa, enfrentó el problema, abandonando el vicio y aconsejando a sus amigos que por favor no se tiren así la vida; que la disfruten al máximo. Regresó a la escuela donde repitió el año perdido y poco a poco fue tomando nuevamente el control de su vida.

Mi amigo el periodista concluyó así lo que había compartido allá y yo gustoso me dediqué a hacer la tarea. Escribí éste relato, que había escuchado con toda atención, llenándome de escalofriantes preguntas sin repuestas y a la vez, con admiración por aquel a quien solo conocí por el alias de “Milanta”, según la historia referida por mi amigo el reportero. Me encantaría conocer personalmente a ese niño, al que de paso y sin conocerlo, recuerdo mucho por la forma como supo sobreponerse a tan terrible problema.

Cuenta el periodista extranjero, que después que el colombiano regresó al país, aquel niño, ya siendo adolescente, se ha convertido en todo un caballero: digno, con las mejores aspiraciones de convertirse en un verdadero hombre de bien. Ya regresó a casa a compartir su vida con su hermano, a vivir en pleno una verdadera juventud. Lo que más me agrada saber, es que ha preguntado siempre por mí; no sé si para agradecerme aquella charla, o tal vez, para contarme cómo fue su regreso a casa, del cual me imagino que no fue una fácil decisión; sin embargo pudo haber sido la mejor que haya tomado y cuánto me alegra saber, que pudo volver a la escuela, donde goza del aprecio de la mayoría de sus compañeros de clase.

Espero regresar un día a esa ciudad para volvérmelo a encontrar, para compartir la satisfacción que me ha dado ésta historia contada por él mismo y descubrirle mi verdadera identidad y profesión, esperando también, que el “Milanta”, me revele su nombre real.