EL SUEÑO ETERNO.
(Jaqueline Tamayo Doria)
Noté el brillo de sus ojos en un resplandor de luz, y sus ojos miel envolvieron mi corazón en un desesperado latir. No sé qué pasó en ese momento. Sólo puedo decir que fue como aquel sueño eterno del que ahora no deseo despertar.
Me atrapó. Sus labios rojizos recorrieron mi piel canela y sus cabellos dorados, aquellos adornaron la hermosa fase de su rostro. Sus suaves manos acariciaron mi piel entre sábanas blancas, y envueltos en lujuria, desembocamos la pasión de ese deseo que no pudo contenerse.
El sueño eterno
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