Vuelvo a escribir de nuevo, para decirte que te quiero y recordarte que sin ti me muero; que cada vez que te encuentro en mi camino, te quiero más, con una intensidad tan grande, que controlar no puedo, porque me faltan fuerzas para hacerlo y sin embargo cada vez estas más lejos; así me lo demuestras, quizás, sin tú quererlo y yo estoy que me consumo en el dolor de haber perdido lo que tanto quiero, que quise alguna vez con sentimiento, que quiero todavía, aunque no debo. Tú no me quieres?. No lo creo! Tal vez, como antes, no, pero me quieres. Yo te espero, aunque esta espera, cada día sea más larga y sienta más remoto tu regreso; yo te espero, te espero aunque no debo; tal vez nunca vuelvas según creo, pero tengo aquí dentro de mí la llama ardiente, que aunque no la veas, yo la siento que me quema y me consume con denuedo; porque es tanto el amor que por ti siento, que arrancarte de mi vida ya no quiero, pues me resisto a quererlo y aunque puedo, yo no quiero perder esa esperanza, que por más imposible que parezca, estoy casi seguro que algún día sin quererlo vida mía, esa llama sigue ardiendo y diciéndome por siempre que yo debo esperar a que regreses, pues para mí, es casi imposible que yo pierda esa esperanza, que cada día renace y se acrecienta más y más anhelo con afán vuestro regreso.
Revivir aquellas noches, sería hermoso!, tanto anhelo tu regreso; que estoy dispuesto a rendir mi vida entera, para que sientas tal deseo y que tú quieras, y si así fuera, te prometo que te haría tan feliz, así lo creo, pues espero que tú sientas lo que siento, cuando estamos juntando nuestros cuerpos y olvidando así tristes recuerdos, pero viviendo intensamente aquél momento: el momento esperado y feliz de tu regreso, que me haría sentir de nuevo, la llama ardiente que encendiste alguna vez y llevo dentro.
Con un beso, me entregaste aquella vez algo muy bello. Después, en varias noches se repite y cada vez que me besabas con deseo, había un no sé qué de algo tan bello, pues con cada beso que me dabas, hacías que creciera cada día más, ese recuerdo. Cual recuerdo?. El recuerdo de aquél día de verano tan intenso, cuando por primera vez, yo te veía exhibiendo tu delgado cuerpo; aquel día, es muy difícil de olvidar; más lo recuerdo. Era ya muy tarde y yo apenas sí miraba tu silueta, reflejada en el cristal de un doble espejo, de ese espejo brillante de tus ojos, que expresaban sin decirlo:
“te deseo” y tus labios dibujaban la sonrisa que parecía decirme en el momento: no me mires con tristeza; eres mi dueño. Desde aquél día feliz nació en mi pecho, un pequeño capullo que floreció más luego, que duró tanto tiempo y con tus besos, cada día era más grande y más frondoso, ya que tú, esa flor la cultivabas con empeño; pero otro día, vida mía, de repente marchitó sin yo quererlo.
Después, aquella flor renació luego, volviste a transportarme a ese hermoso jardín: el de tus besos, entonces esa flor antes marchita volvió luego a revivir y a mostrar en sus pétalos frondosos, el amor que volvía a regresar de nuevo. Pero después, al cabo de algún tiempo, esa flor volvió y se marchitó de nuevo y esta vez, parece que se muere para siempre y yo no quiero; además, para cuidarla por si vuelves, yo la sigo regando y la cultivo con recuerdos; con recuerdos tuyos, por supuesto y aún se tiene en pie por si regresas, por si de pronto tú, vuelves a mirarla con amor intenso.
Quisiera suplicarte que regreses, pero debo dejar que tú decidas, si curar o engrandecer la herida, que has dejado en mí, desde aquél día, en que te fuiste de mi lado y me dejaste; quisiera pedirte y te lo pido: que aunque estés muy lejos no me olvides; más, por mi parte, siempre estás muy cerca, estás dentro de mí, aquí en mi mente, en mi recuerdo tu imagen tierna y cariñosa tiene vida!.
Amándote (Marino Gaviria V.)
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