LOS CLONES. Paulina GómezEl diagnóstico me dejó perpleja. -¡es una equivocación! Del consultorio a la casa, son veinte cuadras aproximadamente. En ningún momento los pies tocan la tierra, no la siento: quedo alta del suelo. –por qué a mí?Repaso la historia familiar, para ubicar predisposición genética. Lo primero que se me ocurre. Investigo sobre factores de riesgo de cáncer de mama: tabaquismo, alimentación inadecuada, exposición solar, estrés, anticonceptivos, terapia hormonal, edad avanzada… siguen las investigaciones… Ordenan exámenes; tantos como lista de mercado, con el agravante de que no se hacen dos en el mismo lugar. Me remiten al anestesiólogo, llego allí sin fuerzas ni fortaleza. Como rezando letanías, me da las recomendaciones de rigor, conversamos con libertad y tranquilidad, sobre la posibilidad de quedarme en cirugía, como volar a los cielos en un feliz desprendimiento natural. Firmo un mamotreto de normas y condiciones, liberando de responsabilidades a quien meta la mano y cambie la historia de mi historia.Todo pasa como una película con escenas cubistas, donde todo es verdad y está ahí, pero que yo no entiendo nada. Empiezo una vida distinta: amistades, grupos de apoyo, capacitaciones; tratamientos de radioterapia, quimioterapia, fisioterapia, y controles periódicos por cinco años. Aprendo que debo cambiar de actitud ante la vida: disfrutar, gozar, observar, ser más generosa y tolerante, desempeñarme mejor como ciudadana del hoy, y algo muy importante, la libertad y responsabilidad para tomar decisiones. Muchas han pasado por ésta situación. Cada caso es un cuento distinto. Este cuento empieza en la India, donde paré en compañía de dos amigos con diagnóstico de cáncer de riñón y de vejiga, quienes renunciaron a los tratamientos y cirugías que tiene la medicina occidental. En el avión, a 36.000 pies rumbo a Bombay, retozo descalza y semidormida en medio de mis dos amigos, a quienes veo de regreso a Medellín, Colombia, cinco años después como dos clones de Gandhy, con la firme idea de encontrar la armonía del universo, y yo, como la Madre Teresa de Calcuta.
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