XUNDABÉ 20


Próximos ya, a celebrar nuestro quinto aniversario de fundación, queremos dedicar éste espacio a varios escritores que como nosotros, apenas comienzan a mostrar sus capacidades como tal. Nos parece, que debemos publicar su obra, porque así, los animamos a seguir cultivando el maravilloso arte de las letras, cualquiera que sea su estilo. Por otra parte, tal ves, logremos que muchos que han escrito algo, se animen a participar en ésta celebración, de un primer lustro lleno de esperanzas y expectativas, que nos han motivado a llevar un mensaje de gratitud a nuestros médicos, enfermeras, demás personal de la salud; igualmente a nuestros familiares y acompañantes, que continúan, en el día a día de nuestras vidas.

Ha llegado a nuestra mesa de trabajo, una serie de cuentos, escritos por jóvenes estudiantes de 6° grado, de la Institución Educativa “Bernardo Arango Macías” del municipio de la Estrella. Es a ellos, a quienes con mucho afecto, les dedicamos nuestros primeros cinco años de existencia, y por eso queremos publicarles su obra, ya que nos ha sorprendido la forma como nos dan una lección, que debemos tomar en cuenta en nuestro diario vivir; para lograr una sana convivencia.

Son cinco cuentos, de igual número de “escritores”, que han dado un primer paso por el mundo de la literatura y, que muy seguramente, amigo lector, te llevarán a una profunda meditación de lo que puede llegar a ser el poder de la palabra. Estos escritores que se inician, nos traen una gran enseñanza, por medio de éstos simpáticos y significativos cuentos, que han ideado, poniendo en ellos, sus cinco sentidos. A ellos, gracias por compartir su creatividad, y felicitaciones por su capacidad para expresar sus nobles sentimientos. Disfrutemos la lectura.

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EL MUNDO Y SUS ACTOS:
(Danilo Gutiérrez Hoyos)

“El mundo es un planeta lleno de discordias
por la gente mala que lo humilla a uno;
por eso, hice este cuento”

Había una vez, un niño que vivía muy feliz en su aldea, en un pueblito muy lejano. Este niño se llamaba Pablito; pero tenía un amigo muy cruel y creído, que se llamaba Juanito. Era el niño más malo de esa aldea; por supuesto, el único amigo que tenía era Pablito. Pero un día, pelearon. Juanito, le dijo una palabra muy cruel a Pablito. Este le dijo: “eres la persona más fea del mundo”.
Entonces a Pablito se le arruinó la vida; él, lloró y lloró hasta que ya no pudo más, y decidió volverse malo.
Así fue, que se volvió irresponsable y triste, hasta que un día, llegó un ángel del cielo; era el ángel de la Solución. Éste ángel, cuando se encontró con Pablito le dijo: “no hagas lo que no quieres que te hagan” y él, muy enojado le contestó: “no te metas en lo que no te importa”.
El ángel, le mostró un lugar al lado de la aldea, estaba lleno de flores y cascadas, manantiales y una gran fuente de la felicidad.
Pablito, sin saber qué era, tomó de allí y se volvió más feliz que nunca. Fue a la casa de Juanito con un vaso de esa agua; Juanito, bebió y sintió una sensación especial, volviéndose muy feliz también. Desde entonces, se fueron juntos por el mundo, repartiendo felicidad por todos lados.

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UN NIÑO Y SUS DISCORDIAS.
(Tatiana Gutiérrez Morales)

Había una vez, un niño que era muy palabroso y todos sus amigos eran igual. Sus padres, le repetían y se cansaban de decirle que no se juntara con malas amistades, porque empezaban a salir palabras malas de su boca, y se portaría muy mal. Como el niño no les hacía caso, sus padres dejaron de ponerle cuidado.
Un día en el colegio, estaba peleando con un compañero mayor que él, que le había mandado a decir cosas que no eran ciertas. Un profesor llegó, y no dejaba de decirles que pararan la pelea, pero el niño no quería, y le empezó a decir groserías a su profesor y a su compañero; por esto, lo echaron del colegio, y trató de presentarse en todas las escuelas, pero en ninguna lo querían recibir.
Sus padres estaban desesperados y no sabían qué hacer con su hijo; por que ya era muy tarde para que él, pudiera cambiar.
El niño los escuchó hablando de su mal comportamiento y de sus groserías; el niño quería cambiar, pero cada vez que intentaba sus amigos trataban de que no pudiera lograrlo; así, que decidió dejar a sus amigos, para poder ser un niño que está en el camino del bien.
Cuando el niño le contó a sus padres, se sorprendieron mucho y por una vez en la vida, estaban orgullosos de su hijo. Él, extrañaba a sus amigos, pero había entendido que era mejor no decir malas palabras, y estudiar más para poder salir adelante.
Después de unos días, estudiaba en el mejor colegio de todos, y era el mejor alumno de su clase.


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JUAN Y SUS PROBLEMAS.
(María Guadalupe Rivera Báez)

Érase una vez un niño llamado Juan, que un día al salir de la escuela, se encontró con un grupo de chicos malos que lo insultaban, entonces Juan estaba tan enojado, que los golpeó e insultó. Juan, como no sabía qué hacer después de eso, corrió hasta llegar a su casa a contarle a su mamá lo que había hecho, pero no fue capas, y retrocedió a ayudarles. Los chicos malos, lo perdonaron, y también, le pidieron perdón.
Al otro día, uno de los chicos murió por pena. Juan, cuando los insultó, le dijo a los chicos que sus padres no valían nada y eran basura; por eso, Camilo –como se llamaba el chico malo- murió por su madre.
Juan, muy arrepentido, le contó todo a su madre, ella lo reprendió y lo castigó por lo que había hecho.
Juan, aún, no reconocía que él, era quien había matado a Camilo. Así, que Juan siguió insultando todos los días, hasta que uno de esos días, una niña le dijo: “reconoce que mataste a alguien, y pídele perdón a sus padres, ellos estarán contentos”.
Juan, lo hizo. Reconoció y le contó a sus padres, y a los de Camilo.
Luego sus mamá le dijo: “hijo, no tienes porqué deshacerte de los demás niños”; así entonces Juan, empezó a llorar porque no soportaba que a toda hora le recordaran sobre la muerte de Camilo, pero pronto se acostumbró.
Su padre, también le dijo: “hijo, no quiero que vuelva a suceder algo así, y si lo haces, te irá mal conmigo. Juan, estaba muy asustado y un día, cuando iba a insultar a una niña, se acordó de lo que le había dicho su padre, y le pidió perdón a la niña, luego salió corriendo a su salón de clases.
Juan, siempre se asomaba a través de un agujero de la puerta, para ver a las niñas bonitas, pero después de todo lo que pasó, nunca más volvió a asomarse por ahí. Fue un chico excelente en sus estudios del año; su madre lo felicitó y dijo que olvidara la muerte de Camilo, y que fuera alguien grande en la vida.

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EL NIÑO Y SUS PALABRAS.
(Maríana Uribe Upegui)

Hubo una vez, un niño, a quien sus padres no le dieron una buena educación; pues el niño –llamado Mateo- cogió malos vicios; se volvió drogadicto; a sus trece años, Mateo, acecinó a su madre, quedando solo con su padre; al que siempre le respondía con vulgaridades. A sus 67 años, el buen padre rogaba por que su hijo se saliera de lo vicios, y cuando Mateo salía por las noches, lo hacía sin comentarle nada a su padre, si iba a regresar temprano a casa o no.
Su padre, se quedaba muy preocupado y se preguntaba: ¿porqué, no le habré dado una buena educación a Mateo? Él, no llegó a casa. Pasaron dos días y nada que volvía.
Pasó una semana, hasta que la policía lo encontró muerto. Quien avisó, fue uno de sus vecinos, que siempre le colaboraba en asuntos económicos. Buscaron a Mateo, hasta encontrarlo, y éste, cuando vio a su padre se puso a llorar, y preguntaba: ¿qué le pasó a mi padre? ¿Cómo murió? La doctora le respondió: su padre murió por una preocupación muy grande; debió ser por usted que no llegó a casa en una semana.
Mateo, quedó completamente solo; se propuso dejar la droga, cada que iba a fumar, se acordaba de sus padres y votaba el cigarrillo. Un día, Mateo, quiso ser un profesional.
Al cabo de unos meses, se volvió a encontrar con sus amigos y recayó en la droga; por una palabra que le dijeron sus supuestos amigos: tu padre no te quería; solo te adoptó por pesar, porque te tenía lástima.
Mateo se suicidó por aquellas palabras que no valía la pena escuchar. Mateo, no pudo alcanzar sus sueños, pero ahora, están todos felices, allá arriba!


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LA PALABRA LASTIMERA
(Santiago Jaramillo Marín)

Una vez, había un niño muy pequeño, que tenía una hermanita que le jugaba malas pasadas. Un día, su hermana Susana fue al colegio, y después de las clases que fueron muy largas, sonó la campana que fue un gran alivio para Susana, que no le gustaba mucho estudiar que digamos.
Entonces, llegó su novio Julián, y le dijo que lo de ellos ya no funcionaría, y Susana quedó muy triste, porque su novio le había terminado, después de cinco años. Caminó hasta su casa, y en el trayecto, se encontró con Sebastián, que era su mejor amigo, que a su vez, estaba enamorado de ella; por lo que se lo confesó y Susana se quedó pensando por un momento, y después, descargó toda su ira en Sebastián, respondiéndole que lo odiaba, y que no lo quería volver a ver nunca en su vida. Sebastián, se fue con su corazón roto en pedazos.
Al llegar a su casa, sus padres le preguntaron qué le pasaba y cual era la causa de su llanto. Susana salió corriendo a su cuarto, se encerró allí, tirándose en su cama, con sus ojos anegados de lágrimas, y soñó cómo sería la vida si todo fuera fácil, y recapacitó sobre lo que había hecho. Al despertar, a eso de las cinco de la tarde, ya iba bajando las escalas y fue a despedirse de su hermana, a quien trató muy mal. Se fue muy enojada de su casa por esto, y se dedicó a entrenar Básquetbol, donde se divirtió muchísimo, y después, fue al gimnasio a ejercitarse mejor.
Cuando estaba pagando; una señora que tenía envidia de Susana, porque era muy bonita, le pegó muy duro; así fue que Susana, cuando despertó pensó extrañada: qué estaba haciendo allí; donde un médico sin experiencia le aplicó un suero para dormir y pensó que nadie la quería, pero también pensó en lo mucho que se esforzaban todos sus seres queridos, por sacarla de ese hospital.
Regresó a casa, y con un fuerte abrazo, le demostró a sus padres cuanto los quería y al fin comprendió, que por una mala palabra no se puede dañar una vida. Desde entonces, Susana fue muy feliz por esto.

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JEAN LE ROND D’ALEMBERT. Nacido en 1737; fue abandonado en ese mismo momento, en el atrio de la Capilla de St Jean Le Rond, fue recogido por la esposa de un humilde vidriero y criado hasta la mayoría de edad. Fue un verdadero genio precoz. Murió en 1783. Concibió y realizó con Diderot, la idea de la Enciclopedia. Dirigió dicho movimiento y redactó todos los artículos sobre matemáticas que aparecen en la famosa Enciclopedia. Fue secretario perpetuo de la academia francesa. Puede considerarse con Rousseau, precursor de la revolución.


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JOSÉ LUIS LAGRANGE. Nació en 1736 y murió en 1813. Matemático Italiano de sangre francesa. A los 16 años fue nombrado profesor de matemáticas en la Real Escuela de Artillería de Turín. Fue uno de los más grandes analistas del siglo XVIII. Su mayor contribución al Algebra esta en la memoria que escribió en Berlín hacia 1767, “Sobre la resolución de las ecuaciones numéricas”. Pero su obra fundamental fue la “Mecánica Analítica”. Respetado por la revolución, fue amigo de Bonaparte que lo nombré senador.

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GASPAR MONGE. Matemático francés, que vivió entre los años 1746 a 1818. Fue ministro de Marina de la Revolución. Dentro de las matemáticas, cultivó muy especialmente la Geometría Descriptiva, base de los dibujos de mecánica y de los procedimientos gráficos para la ejecución de las obras de ingeniería. Fue el primero en utilizar pares de elementos imaginarios para simbolizar relaciones espaciales reales. Su teoría de la superficie, permite la solución de ecuaciones diferenciales. Aplicó su ciencia a problemas marítimos.

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EL DOLOR
(Roberto Muñoz Londoño) Poeta y Político Colombiano.
CONTINUACIÓN.


Todos vosotros conocéis sin duda, aquella relación conmovedora de aquella mujer, que con el solo nombre de “Cananea” nos legó la historia. Su hijo agonizaba; ya no había ni una sola esperanza redentora…y en medio de su pena indescifrable, ebria de llanto, de dolor ya loca, corrió en pos de Jesús…Era la época de las resurrecciones milagrosas. “Miserere mei Jesús filis David”…gritaba sin cesar; pero fue sorda la bondad de Jesús, en ese instante, para la Cananea pecadora...Más, el fiero dolor que destrozaba su corazón de madre en esa hora, le dio constancia y fe y siguió gritando detrás del señor la pobre loca: “mi hija se muere, vos podéis curarla” y en verdad; la curó: Jesús perdona.

Ahora…silencio, expectación; quisiera que se doblaran las rodillas todas. Permitidme, que deje en el olvido, un centenar de páginas hermosas…quisiera hablaros del rey de los dolores; la encarnación de las tristezas hondas, la amargura más grande de la vida, la encarnación de todas las congojas; os invito al Calvario, vamos todos, hay dos brazos abierto sobre el Gólgota!

Pero no…Permitidme; quiero antes retroceder seis páginas de historia. Quiero que vamos con Jesús al huerto...desmayarnos con él, sobre la roca…sentir el alma triste hasta la muerte…y ver que la paciencia nos conforta a manera del ángel, que consuela al hombre Dios en su fatal congoja y clamar con el Cristo al Padre eterno, en su angustia suprema y espantosa: “Aparta de mis labios este cáliz...hágase en mí, tu voluntad…Perdona”. Todos tenemos como el Cristo un Judas, que después de besarnos nos traiciona y en la angustia más cruel de nuestra vida, los amigos, nos dejan y abandonan; como al Cristo en el huerto, sus discípulos lo dejan solo en la suprema hora.

Ahora ved: el inviolado, el manso, es expuesto a la turba gritadora, desde un balcón con túnica de loco, y el populacho lo encarnece y mofa. El sayal de los locos fue el vestido, para el que puede con su inmensa gloria, arrancar las estrellas del espacio y ceñírselas todas en corona, pisar tapicería de neblina y vestirse con lámpos de la aurora. Una caña no más tomó por cetro, un pedazo de púrpura asquerosa fue su manto real; luego de espinas le fabricaron su real corona, tuvo por trono un banco endurecido, por palacio, una cárcel tenebrosa, por corte de honor: la turba infame, que le escupe, le insulta y le destroza; tal fue tratado el único monarca, que no admite plural, rey de la gloria.

Después, atado a una columna, deja que le ultraje la turba escandalosa y un huracán de cinco mil azotes, estalla en sus espaldas temblorosas…en aquellas espaldas que debieran cubrir, cinco mil pétalos de rosa! Tres veces se desmaya, y en su sangre, tres veces le parece que se ahoga…al fin Pilatos dicta la sentencia, que le condena a muerte ignominiosa y bajo el peso de la cruz, camina el Nazareno hasta subir al Moria. ¿Su dolor? ¡Imposible!. No habrá pluma que lo pueda pintar, la misma historia se contenta diciendo dos palabras únicamente: “Vía dolorosa”

En el reloj monstruoso de los siglos, ya va a sonar la más suprema hora: el enorme paréntesis de sangre que abre el Getsemaní lo cierra el Gólgota; aquí concurren todos los dolores…aquí se juntan las tristezas todas. Ante la Cruz, se ve la más doliente de todas las mujeres pecadoras; la que habitaba en Mándalo un castillo, en medio del placer y la deshonra, la misma que ante el rubio Galileo, públicamente su vergüenza arroja, la que con finos bálsamos de oriente, unge los pies del inviolado y llora…la que siendo tan mala fue tan bella...y haciendo penitencia es más hermosa! En una gruta cerca del Calvario, acompaña a la madre Dolorosa, mientras vibran los golpes del matillo, sobre su alma que el dolor devora…por cada golpe que en su oído suena, la Eterna Madre, se estremece toda.

El dolor del discípulo escogido está también sobre el Calvario ahora. Después una cadena interminable de mártires se extiende y años después en Patmos, el Apóstol hace su Apocalipsis…Su grande Obra…inspirada sin duda en el Calvario, cuando al sentir que el duelo le devora, abrazado a la Cruz de su Maestro, clava en las suyas, sus pupilas hondas…Se cumple así la augusta profecía de Simeón, para la Madre hermosa…ya un séptimo puñal ha taladrado aquel gran corazón de Redentora…Parece que en sus húmedas pestañas, dos lágrimas de plata se interrogan…y un abismo luminoso y hondo, de aquellas dos vitalizadas gotas, se copian el paisaje del Calvario, y la tristeza y el dolor dialogan.

Ha llegado el momento…ha sonado por fin la hora de Nona…El sol apresura su carrera, huye la luz entrándose a la sombra; los muertos abandonan sus sepulcro, y las piedras se dan unas con otras…Se rasga el velo y en aquel instante dan un grito las águilas medrosas, y aúllan en los flancos del Calvario; los leopardos con violencia sorda! Un gran dolor sacude las entrañas, a la naturaleza sobre el Gólgota, se cierran unos ojos de violeta…y unos labios de púrpura y de rosa!

De aquel dolor que dividió los siglos…brotó la redención...vino la vida…los doce pescadores recibieron en pago de sus luchas infinitas, el dolor, martirio, casi todos. Es el dolor compensación divina, fecundiza con la doliente sangre de sus venas, el lirio del dolor fecunda el alma y llena de fervor todas las victimas.

De la era Cristiana, permitidme que os presente siquiera unas películas. Quiero haceros sentir nuevos dolores que pasarán en ronda fugitiva, como una gran bandada de palomas, a esconderse en las páginas marchitas de la polvosa historia de los siglos; que duerme siempre entumecida:

El siego Milton, con dolor escribe la obra que su genio inmortaliza; en el dolor vio Dante su comedia, que con tanta razón llamó “Divina”. Bajo el influjo del dolor, Shubert: su melodiosa “Serenata”; vibra, Musset en su dolor forja con llanto la tristísima historia de “Lucía”. En su dolor, nos muestra el Negro Dumas, su “Madame Gautier”; su Margarita y la Martine, escribe sollozando la historia de Abelardo y Eloísa. Shakespeare en su dolor pinta a Julieta hermosamente bella y pensativa, diciéndole a Romeo: “No te vayas, que no canta la alondra todavía”…Ebrio de pena Chateaubriant, escribe de Atala y Chata su honda despedida…el Manco de Lepanto, ve burlado su Don Quijote, gloria de su vida; Cristóforo Colombo encuentra un mundo, y luego en una cárcel agoniza, llorando por Leonora escribe “El Cuervo”. Edgardo Poe, con preciosas rimas…Isaac, empapa en su dolor la pluma para escribir la historia de María. El dolor hace grandes a los hombres…El dolor, es el alma de la vida.

Os voy a bosquejar una gran serie de acuarelas dolientes y tristísimas. Al pasar por el mundo he recogido todas las amarguras infinitas; he pensado en las penas que se ocultan y he meditado en las tristezas íntimas, siempre he buscado la congoja ajena, para luego hermanarla con la mía…Ved allí a una mujer: está llorando sobre el lecho de muerte reclinada, no se quiere morir tiene dos hijas, y le da mucho miedo abandonarlas; en la febril cabeza de la enferma, las sombras del futuro se agigantan: ¿Qué va a ser de sus hijas si se muere? ¿Por qué Dios la existencia le arrebata? Se revela al morir, lucha y relucha, escondiendo los ojos en la almohada...interroga al silencio, y el silencio hecho dolor ante sus ojos pasa…De pronto se incorpora, en torno suyo hace girar incierta la mirada…ve a sus hijas que lloran…las bendice, les da el último adiós y las abraza…tres bocas de mujer que se entrelazan…un amor que se rompe a la gran cita que se dan antes de partir las almas. Después…silencio! Sobre aquella muerta sollozan sin cesar dos niñas blancas!. El dolor de la madre que se muere y el dolor de las huérfanas se iguala; el dolor le abrió el cielo a aquella muerta, y a sus hijas tal vez, el cielo aguarda.

Ahora, entrad: al fondo de la alcoba hay una cuna encortinada, un gallardo mancebo casi loco, recorre en un temblor toda la estancia; postrada ante un retrato de la Virgen, con la rubia cabellera desgreñada, una mujer de veinte primaveras, musita a media voz una plegaria. Entre la cuna un niño primoroso, fruto de aquel hogar en alborada, se agita consumido por la fiebre, alzando al cielo sus manecitas blancas; su cabecita rubia y sudorosa, se destaca en el blanco de las sábanas, como una rosa de oro entre la albura de la nieve, del polvo aprisionada. El pobre padre en su dolor grita blasfemia, la joven madre se destroza el alma; el niño se sonríe, más, hay en su risa gotas aperladas…Fue que su madre lo besó en los labios, pero al besarlo derramó dos lágrimas…la fiebre quema al niño y él, se bebe esas dos gotas de amargura blancas ¡Ay! Ignora que en ellas se ha bebido, el amor de una madre destrozada. La ciencia del galeno ha sido inútil; la muerte avanza…el niño palidece; la pobre madre cae desplomada, el padre tambalea, el niño expira y ante la Virgen parpadea la lámpara. Es un beso de amor desvanecido, la primera alegría de dos almas unidas ante Dios eternamente, ha querido el dolor desbaratarlas. El padre se resigna y besa humilde, la mano del dolor que lo maltrata; la madre ofrece a Dios toda su angustia, y se siente mejor; casi aliviada.

Venid conmigo, os presento ahora un nuevo cuadro; una escena rara: Ved esa joven pálida y llorosa, y a la sombra de un tilo recostada.¿Conocéis el dolor que la atormenta?¿Sabéis, qué pena muerde sus entrañas? Esa pobre mujer fue prometida de un apuesto dosel a quien amaba, pero el dolor martirizó su dicha: la desvaneció y quiso marchitar sus esperanzas…No hace mucho que en la guerra, el fiel amante, rindió su vida por salvar su patria…Miró sus ilusiones esfumarse, al soplo del dolor la enamorada. Juró fidelidad al novio muerto, y ya la veis, sublimemente pálida; es una efigie del dolor, transformándose en estatua. El dolor la hace más interesante y le da cierta encantación romántica; meditad en lo grande de su pena y me diréis, si os ocasiona lástima; pero es más bella así, es más hermosa; prueba que es superior a su desgracia. El dolor acrisola su hermosura y afina más, el temple de su alma.

Ved ahora, en el ángulo sombrío de una modesta y silenciosa sala...y sobre un lecho muy blanco está muriendo un pobre anciano ya sin esperanzas, sus hijos lloran, sus nietos juegan, porque no saben que el abuelo ya se acaba, el pobre viejo quiere despedirse, mas la familia sin cesar lo llora; siente el dolor de haber vivido mucho y quiere que termine su jornada…Ochenta primaveras lo saludan convertidas en nieve ante sus canas. Ve la necesidad de su partida, pero hay algo invisible que lo ataja…empuña el Crucifijo sollozando, entre sus manos trémulas y heladas, y bendice a sus hijos; árbol viejo que quisiera morirse con sus ramas…Todos lloran en torno de aquel lecho; el corazón del viejo, ya no ama…veréis, por los helados párpados, congelada, rodar la última lágrima.

No es un viejo ya el que se muere, es un mancebo, que rebosa salud y venturanza: sus padres, sus amigos, sus hermanos todos lo reclaman; éste siente un dolor imponderable, que le destroza con violencia el alma; el dolor de morirse antes de tiempo, querido de su madre y de su amada; en las primaveras grandes de la vida…elegido futuro de la fama… ¡Morirse sin querer! tal ves la historia, una página de oro le depara. Cuando todos, su primer triunfo sin cesar reclaman…y sin embargo, su dolor le muestra, que Dios lo quiere; se resigna y calla.

Las notas de mi lira son tan tristes, que parecen más bien amargas quejas; ya mucho tiempo que no vibran de mi laúd las cuerdas. Ya no tienen el timbre que tenían…están muy empolvadas y no suenan…Por eso, al entonar un nuevo canto, me da mucho temblor…me da vergüenza…Pongo toda la esencia de mi alma, sobre la lira pero no me suena; tan triste, tan enferma y tan sombría…siempre vive tan triste y tan enferma Pobrecita…está tan vieja...que imposible! Pobrecita; imposible si está vieja!

No me llaméis poeta, os lo suplico. Llamadme iluso, soñador, que apenas eso merece el que fabrica estrofas: sin música, sin arte, sin belleza!...Solo he puesto, señores, os lo juro, el corazón entero en mi poema…Toda la esencia de mi pobre vida y el calor que circula en mis arterias; la poca luz que alumbra mi cerebro y el alma misma de mi alma enferma. Llamadme soñador, llamadme iluso, de ningún modo, me llaméis poeta.

Mañana cuando asome en el Oriente, su pupila de llamas el dios Helios, ya me habréis olvidado, así os lo pido, y eso no más, en mi favor espero…necesito perdón, quiero el olvido y quedará mi gusto satisfecho. El perdón y el olvido, serán siempre, de estas pobres estrofas, el gran premio.

Ya que vosotros sois tan generosos, no volváis a acordaros de mis versos…Si son mis hijos y los quiero tanto! Pero a pesar de todo, son tan feos. Todo padre pretende que a sus hijos, se les perdonen todos sus defectos; sed pues, tan bondadosos con los míos, que jamás lleguen hasta mí gimiendo y tengan qué decirme…:”Si no fuiste capas de hacernos como todos bellos, entonces di, ¿Porqué nos arrojaste así, tan enconósos y tan feos?”

Espero pues, vivir en vuestro olvido…Vosotros, viviréis en mi recuerdo.

He Concluido


Roberto Muñoz Londoño.




EL SEÑOR DESPISTADO.
(Julián Esteban Berrio Gaviria)


El señor Despiste era muy distraído, siempre perdía el sombrero, el paraguas o un calcetín, y nunca se acordaba dónde ponía las cosas, por eso en su casa, el sombrero aparecía en la biblioteca, los zapatos en el horno, el reloj despertador, en el refrigerador.
Un día, el señor despiste sacó su camisa de la soga y se la puso, pero no se dio cuenta de que habían quedado dos broches enganchados en la soga. Tironeó un poco q…
¡La soga se soltó! Allá se fue arrastrando la soga detrás de él, subió a su auto y arrancó, pero al llegar a la esquina, ya no se acordaba a donde tenía que ir. Así que empezó a dar vueltas por las calles. La soga llena de broches, salía por la ventanilla del automóvil.
Justo pasó por la casa de un vecino que estaba arreglando el jardín. La soga enganchó unas macetas llenas de flores. El señor despiste no se dio cuenta de nada, y siguió dando vueltas mientras la soga, con los broches y las flores, flameaban detrás del auto.
En este momento pasó frente a la casa de la modista, que tenía la ventana abierta, que había cortado tela de colores. La soga se metió por la ventana, y enganchó los retazos, al lado de las flores…El señor despiste no se dio cuenta de nada y siguió dando vueltas, mientras la soga con los broches, las flores y las telas de colores, flameaban detrás del auto.
Justo pasó frente de la casa de una profesora de música que estaba limpiando sus instrumentos. La soga se enganchó en los cascabeles y en los platillos, pero el señor despiste, no se dio cuenta de nada, y siguió dando vueltas, mientras la soga con los broches, las flores, las telas de colores, los cascabeles y los platillos, flameaban detrás del auto.
De pronto, el señor despiste se acordó: “Tenía que ir a la fiesta en la escuela de mis hijos” -dijo-
La directora, las maestras y los chicos vieron que traía una enorme guirnalda con broches, flores, telas de colores, cascabeles y platillos, que entre otras, la colgaron para decorar la escuela.
¡Qué bonita guirnalda papá! -Dijeron sus hijos- ¿Cómo la hiciste?
Pero la verdad es que el señor despiste, no tenía la menor idea.





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REFLEXION EN HOMANAJE A LOS PADRES.

ABANDONO


Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo de algún lugar de Oriente, vivía un señor con cuatro hijos, el menor de los cuales tenía 30 años. Sus hermanos 35, 37 y 40…el padre tenía algo más de 60, pero como en esa época el promedio de vida rondaba los cuarenta años, era prácticamente un anciano y, por lo tanto, tenía todos los problemas de la senectud…Su cabeza, su cuerpo, sus esfínteres, su capacidad de valerse por sí mismo, nada de esto funcionaba bien en el viejo…Un día, el hijo más joven se casó y se fue de la casa. Se generó entonces un gran problema: el padre se quedaría solo. La madre había muerto a raíz del último parto y los otros hermanos ya estaban casados. En consecuencia, no había nadie que pudiera hacerse cargo de este viejo, con el agravante de que no eran épocas en las que hubiera geriátricos ni dinero para pagarle a alguien que se ocupara de su cuidado.

Los hijos empezaron a sentir que, pese al amor que le tenían, el padre era una complicación. No era posible que ninguno de ellos se llevara al padrea a vivir a su casa para hacerse cargo de él. Los hijos tenían verdaderamente un serio problema…Se reúnen para conversar acerca de cual será el futuro del padre. En un momento dado, se les ocurre que se podían turnar. Pero pronto advierten que esa solución no va a ser suficiente y, además, significa un gran costo para sus vidas. Y entonces, casi sin darse cuenta, empezaron a pensar que lo mejor que les podía pasar sería que el padre se muriera. Pese al dolor que significaba para ellos ese reconocimiento, prono advirtieron que no podían esperar sólo que esto sucediera, porque el padre podría vivir muchos años más en aquella situación. Y entonces, misteriosamente, a uno se le ocurrió que, quizás solo deberían esperar a que el invierno terminara con él. Y así fue como imaginaron que si entraban al bosque con su padre, y el padre se perdía, el frío y los lobos harían el resto…Lloraron por esto, pero asumieron que tenían que hacer algo por el resto de sus vidas. Y decidieron turnarse para cuidar al padre, pero solo hasta la llegada del invierno. Después de la primera nevada, los cuatro hermanos se reunieron y le dijeron al padre: -“Ven papá, vístete que vamos a salir”. -¿Salir? ¿Con la nieve?” –preguntó el padre sin comprender. Pero los hijos respondieron: -“¡Sí, vamos!” El padre sabía que su cabeza no estaba funcionando bien, así que decidió acatar con sumisión lo que sus hijos le decían.
Lo vistieron, lo abrigaron mucho y se fueron los cinco, rumbo al bosque. Una vez allí, buscaron un lugar para abandonarlo y desaparecer rápidamente. Cuando llegaron a un claro, de pronto, el padre dijo: -“Es aquí”-“¿Qué?” –Preguntaron asombrados los hijos- -“Es aquí”- repitió el anciano. Supuestamente el anciano no tenía lucidez suficiente para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Ellos, además, se habían cuidado muy bien de no decirlo. –“¿A qué se refería el padre?”- “Aquí. Aquí, éste es el lugar”, insistió –“¿Qué lugar papá, qué lugar?” –“Este es el lugar donde hace 25 años, abandoné a mi papá…”

RECORDEMOS QUE NUESTROS PADRES MERECEN TODO EL RESPETOY CONSIDERACIÓN DE SUS HIJOS:
FELIZ DÍA PADRES!!!!!!





XUNDABÉ: Taller de Escritores.