EDITORIAL XUNDABÉ.
(Decimasexta Edición)
En el umbral de éste año próximo a terminar, es maravilloso poder decir: “GRACIAS” a todas y cada una de las personas que participaron en la construcción de un proyecto, que se ha convertido en el ideal primordial de los pacientes, que poco a poco buscamos la superación a través de las letras. GARCIAS: al grupo de médicos y enfermeras que nos han apoyado todo este tiempo. “GRACIAS” a cada uno de nuestros acompañantes y familiares, que nos han impulsado a seguir adelante, sin escatimar esfuerzo alguno. “GRACIAS” a todos nuestros amigos que en todo el mundo nos leen y nos envían sus comentarios; ellos son muy importantes para continuar en la lucha, sin pensar en el mal rato que nos ha tocado vivir, pero que gracias a Dios con mucha entereza hemos sabido afrontar. Esto ha sido parte de la existencia, con lo cual hemos aprendido que la vida es bella y que debemos disfrutarla al máximo.
“GRACIAS” a nuestro editor: Lic. CARLOS UPEGUI, que con tanto cariño y entrega, después de su labor como docente, saca un poco de su valioso tiempo para dedicarlo a una causa ajena a la suya, pero que sabiendo todo el bien que hace, no repara en sacrificar un poco su descanso. “GRACIAS” a todos y cada uno de los estudiantes, de la Institución Educativa “SEBASTIÁN DE BELALCÁZAR” que con esmero prestaron su servicio social estudiantil, en la noble causa de apoyar a unos pacientes ávidos de enseñanza y de deseos de vivir. “GRACIAS” a estos jóvenes que por su entrega, están próximos a graduarse; a todos ellos, nuestro más sincero agradecimiento y reconocimiento por su labor; los llevaremos en el corazón; y aunque a muchos no los conocimos personalmente, siempre vivirán en el recuerdo perenne de quienes recibimos sus trabajos literarios.
Hoy, los queremos nombrar a todos como grato homenaje en su honor; no sin antes recordarles, que seguiremos esperando sus trabajos literarios, para publicarlos orgullosamente en nuestra página y decirles nuevamente, que sus comentarios y talleres han sido lo más grandioso que han podido hacer ellos por nosotros. Dios, se los sabrá recompensar. Son ellos:
JHONY ALEXIS VELÁSQUEZ VARGAS.
JUAN PABLO OROZCO MEJÍA.
JONATHAN ALEXIS CANO ZAPATA.
YORBEY ESTIVEN HERNÁNDEZ VARGAS.
CRISTIAN JULIAN SANCHEZ MUÑOZ.
JAVIER ALEXANDER PEÑA BARRERA.
DANIEL PINEDA HERNÁNDEZ.
JULIAN ESTEBAN BERRIO GAVIRIA.
STEVEN GÓMEZ MESSIER.
DIEGO ALEXANDER ARDILA ROZO.
JULIAN DAVID GARCÍA ARBELÁEZ.
ANDRÉS FELIPE MARÍN LÓPEZ
“GRACIAS” jóvenes estudiantes, porque con ello, se han engrandecido espiritualmente, han madurado académicamente y sobre todo han hecho patria, por su amable solidaridad. Solo nos queda felicitarlos por su graduación como nuevos bachilleres y desearles lo mejor del mundo, para que sus deseos se vuelvan realidad en un futuro muy cercano. “MUCHAS GRACIAS Y MIL FELICITACIONES”
XUNDABÉ.
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Ya son varios los compañeros que apoyan el trabajo de nuestro amigo ANFEPHE; quien ha hecho énfasis en que el conocimiento de las matemáticas, es muy importantes aún en la literatura; pues como lo sabemos es llamada la ciencia madre, por el inmenso valor social que encierra, ya que ésta, se encuentra en todo tipo de aprendizaje que emprendemos.
Bien por nuestros compañeros, que en la matemática, no solo encuentran conocimientos cotidianos, sino, que la hacen parte de una diversión intelectual sana e instructiva, con grandes avances socioculturales.
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LEONARDO DE PISA. Vivió entre los años 1175 a 1250. Conocido por Fibonacci, hijo de Bonaccio, no era un erudito, pero por razón de sus continuos viajes por Europa y el Cercano Oriente, fuel el que dio a conocer en Occidente los métodos matemáticos de los hindúes.
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RAIMUNDO LULIO. Existió entre 1235 a 1315. Llamado el Doctor Iluminado por su dedicación a la propagación de la fe. Cultivó con excelente éxito las ciencias de su tiempo; fue el primero que se propuso construir una matemática universal. Publicó diversas obras.
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NICOLAS DE TARTAGLIA. Vivió desde 1499, hasta el 1557. Nacido en Brescia, fue uno de los más destacados matemáticos del siglo XVI. Sostuvo una polémica con Cardano sobre quién fue el primero en descubrir la solución de las ecuaciones cúbicas y cuárticas.
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JERONIMO CARDANO. Vivió entre el año 1501, hasta el 1576. Natural de Pavia, era filósofo, médico y matemático. Los historiadores le atribuyen el haberle arrebatado a Tartaglia, la formula para resolver las ecuaciones cúbicas y cuárticas, pero esto no le resta mérito alguno.
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Concluimos hoy, uno de los más agradables cuentos de ciencia ficción, que la imaginación del joven autor pudo concebir en sus ratos de esparcimiento. Esperamos que no sea su única creación literaria; pues sabemos que con la demostración que acaba de hacer, es muy capacitado para seguir escribiendo e imaginando historias que recrean de manera creativa; ya que en ellas encierra cierto grado de enseñanzas para el diario vivir. En ellas, nos enseña a sortear algunos percances que en ciertos momentos de la vida debemos afrontar.
ABISMO.
(Nedier Renato Valencia M.)
Estudiante de Ingeniería Mecánica: U de A.
CONTINUACIÓN.
Después de varios intentos Tiamat no pudo tocarlo, el guerrero saltó y luego voló lentamente al suelo, donde Tiamat lo vio desprotegido e intentó propinarle un golpe con su brazo izquierdo… sin duda alguna si lo tocaba no quedaría ni rastro de él, tomando en cuenta que su puño era del tamaño del guerrero más o menos…. Fue impresionante lo que pasó…. El golpe fue detenido con los brazos del guerrero… haciendo uso de su gran fuerza… el guerrero no permitía que Tiamat moviera su brazo… y con gran furia le dijo:
Guerrero: si fueras un poco mas observador, te darías cuenta de que muchas de las almas que llegan al abismo, las he enviado yo…
En un instante, con sus brazos el guerrero clavó el puño de Tiamat en el suelo y comenzó a escalar por su brazo, sacó su espada y con un solo movimiento de ella le cortó el brazo derecho… para después caer y cortar a Tiamat por la mitad sin compasión alguna…
Ahí yacía el cuerpo mutilado de aquella bestia, cuyo nombre se me hacia familiar por alguna razón….
El guerrero con la sangre de Tiamat en su espada, se dispuso a abrir la puerta, y con haz de su espada la hizo temblar, pero esta vez el símbolo de mi bando desapareció y la puerta se abrió….
Guerrero: ¡Mykhael¡ ya puedes entregarme el orbe.
Le devolví el orbe sin hacer ninguna pregunta…. Y continuamos…
Después de un momento… le pregunté….
Mykhael: para que me llevas a ese abismo?
Guerrero: ya lo sabrás…
Esta vez decidí quedarme callado y continuar.
Continuamos caminando por un rato… íbamos a través de un bosque, el camino se hacía mas y mas tenebroso, todos a nuestro alrededor nos abrían camino… cuando salimos del bosque, salimos a campo abierto, todo era negro, estaba oscuro pero aun así veía claramente, caminamos varios minutos…. Hasta muy adelante comenzó a mostrase algo como un agujero, pero no era cualquier agujero… era uno enorme del tamaño de una ciudad… o más grande era un… un… era el abismo… no lo sabía y aun así estaba seguro… ya nos estábamos acercando….
Guerrero: ya llegamos… ya pronto sabrás para que te traje aquí…
Al llegar allí, pude ver con claridad aquel abismo, no me atreví a mirar en el fondo… era enorme… y habían miles y miles de almas de monstruos y demonios cayendo hacia él.
Guerrero: ¡Mykhael¡ mira el orbe que llevo en mi mano… que sientes..???
Mykhael: mm… no lo sé… siento, algo familiar…. Por qué???
Guerrero: ya es hora…
Mykhael: eh… a que te refieres….ahhhh
Antes de que pudiera preguntarle algo, el guerrero se acercó a mí en un parpadeo y me dio un golpe con el orbe en la mano, lo llevó directo hacia mi corazón… y lo comprimió con tal fuerza, que yo solo pude sentir dolor… el orbe se metió dentro de mi pecho y empezó a rodear mi cuerpo con su energía…. Grité e intenté sacarlo, pero no podía ya que la herida por donde había entrado ya no estaba, había desaparecido… sentía que algo estaba volviendo a mi….
Mykhael: ¡es hora Mykhael¡ ¡es hora de que recuerdes todo¡
Empecé a recordarlo todo, era yo y toda esa gente, eran mis amigos, asesinados por mí, me siento feliz, solo uno, solo uno se opuso a mí…. Luego lo vi a él… al guerreo…
Mykhael: eres débil… Jabel y por ello morirás… yo soy todo lo bueno de mi mismo…
Jabel: lo bueno? Has sucumbido a la oscuridad y te dices un ángel piadoso, me enseñaste todo… y ahora te rehúsas a seguir luchando en contra de tu propia oscuridad?
Mykhael: no sucumbo, estoy evolucionando a algo mejor… ahora muere Jabel, mi discípulo.
Ya lo recuerdo… aquel guerrero es Jabel, aquel guerrero fue entrenado por mi… mi discípulo, mi protegido, Jabel… mi aprendiz. Soy un ángel misericordioso y todo poderoso… lo maté por ser débil… por creer que yo no tenía la razón… pero si lo maté… porqué hubo una guerra….
Ahora lo veo todo… abandoné mi antiguo bando y me uní al lado contrario, conseguí aliados, que seguían mi causa, destruir todo rastro de compasión de mi ser… claro… ya lo recuerdo…tiempo después se armó una guerra… fue allí donde me di cuenta de que Jabel seguía con vida… y no solo eso… se había hecho líder de su bando… era más fuerte… era más imponente, era Yo.
Recuerdo estar peleando con él, recuerdo aquella gran guerra, mi lucha contra Jabel, mi alter ego, mi otro yo, mi lado malo… o acaso mi lado bueno???
Recuerdo haber peleado con él… recuerdo sentir a un fuerte oponente, recuerdo ver una pelea sin fin entre los dos, estábamos muy parejos, y más sin embargo fui desarmado… recuerdo… recuerdo…. Todo…. Fui desarmado por Jabel, quien me hirió con su espada en el pecho… me atravesó con ella, y…. a través de la herida sacó algo… una especie de bola…. Un orbe…. Sacó aquel orbe que ahora está de nuevo dentro de mí, sacó mi alma de mi cuerpo, y la encerró en una esfera… ganó la batalla… -pero porqué estoy vivo?
Jabel: una vez más… estas vivo por que quería que vieras esto…
Mykhael: me trajiste al abismo… para qué??? Con que fin???
Jabel: eres el lado más siniestro de nosotros… aunque creas que eres un dios…. Solo eres un virus… que debe desaparecer…
Mykhael: eso no sucederá… ni tu ni yo podemos morir… así que la batalla continuará eternamente…
Jabel: mira… mira en el abismo…
Mykhael: he recuperado mis recuerdos… qué poder crees tener sobre mí…
Jabel: mph! Jaja… si es lo que quieres te obligaré…
Intenté resistirme… por unos momentos se presenció la misma pelea que en aquella guerra, solo que esta vez no había espadas y la pelea no duró mucho, Jabel fue más fuerte y no me dejó más opción que mirar aquel abismo.
Jabel: mira…. Mira con atención.
Michael: que quieres que mire? No veo nada más que oscuridad, ese abismo no tiene fondo.
Jabel: mira bien…
Y antes de que pudiera ver de nuevo… sentí de nuevo algo muy cálido en mi pecho, era la espada de Jabel que una vez más había atravesado mi pecho, para después empujarme al abismo con una patada mientras me decía:
Jabel: Ese abismo no tiene fondo porque ese es tu castigo… ahora morirás en tu propia oscuridad… solo y desesperado para siempre…
Lo último que vi, fue que el cuerpo de Jabel se estaba desvaneciendo… parecía como si estuviera muriendo… y lo último que pudo hacer fue deshacerme de mi.
“No es por tu vida por la que debes preocuparte”, es mi alma la que sería destruida por mi propia maldad… ahora aquí estoy en el fondo de este abismo, compartiendo el destino de muchas almas desesperadas por salir… Ni Jabel ni yo podíamos morir… la única manera era haber caído aquí… incluso si eso significaba la muerte de Jabel… fue su última tarea… al saber que los dos somos uno solo, ahora él está en un lugar mejor que este, el cielo supongo… aquel demonio con alas tan negras como la noche pero alma tan limpia como el día… y yo un ángel con alas tan blancas y claras como la luz, pero con el alma tan negra como este abismo…
No importa el origen, ni siquiera importa si eres un demonio o un ángel… a la hora de la verdad es lo que hacemos lo que refleja realmente lo que somos…
Aquí estoy en el fondo de este abismo… sufriendo por mis pecados en este lugar… mi infierno… mi hogar…
Esperando a que algún día YO regrese y ME saque de AQUÍ!
F I N.
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Desde mi llegada como acompañante al grupo de escritores, he descubierto las maravillas de la literatura y la manera tan agradable como los participantes se deleitan plasmando en ella, todas sus vivencias y experiencias, a pesar de su dolencia, que como dicen ellos mismos, es la forma de redención que un Dios bueno les envió.
No en vano, hemos disfrutado de sus escritos, como los relatados por doña Ana Ines Valencia, doña Paulina Gómez, doña Marina Tamayo, don Baldemar Ruíz, don Jesús Antonio Lasso, doña Leticia Ruíz, don Alfonso Fernández; y con ellos muchos otros que van ingresando poco a poco al taller. Todos han crecido en la medida que sus aspiraciones les exige en cuanto a la composición de sus poemas y sus cuentos, que cada vez lo hacen de mejor manera, con gran riqueza literaria.
No puedo pasar desapercibido este momento que me brinda la posibilidad de destacar un trabajo hecho hace ya muchos años, por el compañero Marino Gaviria; con el cual describe el paisaje de su pueblo, del bello pueblo que nos vio crecer. Es maravillosa la prosa que usa nuestro amigo para pintar con letras un paisaje campesino, y que poco a poco se torna citadino, según los paso que va dando su autor; desde su cabaña en la vereda, hasta el colegio en el pueblo. En él, describe desde el paisaje montañero, estrecho y silencioso; hasta el paisaje pueblerino, amplio y bullicioso, de manera que quien lee esta narración, queda con el más ferviente deseo de conocer personalmente ese lugar; que dicho sea de paso, está enclavado en la cordillera occidental, en la región del suroeste antioqueño.
Sea éste un nuevo reconocimiento al trabajo del maestro fundador de un proyecto tan interesante como lo es el taller de escritores; donde los pacientes encuentran un lugar de esparcimiento y sobre todo, una terapia de extraordinaria de superación.
Sin más preámbulos, deleitémoslo leyendo la primera parte de este trabajo, hecho con un amor tan grande, como el que solo un escritor amante de su terruño puede hacer de ese precioso lugar.
GERARDO OSPINA. (Acompañante)
P A I S A J E.
(Marino Gaviria Vargas) Paciente.
El sol comienza a asomarse por el horizonte, penetrando por entre los árboles que rodean la cabaña, anunciando que ha llegado un nuevo día. Desde muy temprano ya se oía el canto de los pájaros al despertar de ésta mañana que invita a caminar por el sendero que conduce hasta el río que serpentea muy cercano a cabaña; en donde acostumbro a pasar las vacaciones de mitad de año.
Siempre, con el ánimo de despejar la mente y poner en orden mis pensamientos, no lo dudo mucho y decido que hoy tomaré el día, aunque solitario, a caminar hasta el cansancio tal vez, pero disfrutando de las cosas hermosas que nos muestra la naturaleza y el porqué la vida hay que vivirla sin afanes, pero con un deseo inefable de contemplar todo lo que nos rodea, todo lo que hace que sintamos que la vida es bella, si la vivimos honestamente y en función de servir desinteresadamente a los demás.
Sin pensarlo dos veces; después de un refrescante baño y un confortable desayuno, me dirijo por el sendero hasta el río que brota de entre las montañas y en sus aguas cristalinas los peces, juguetean en él. Silencioso el río, se desliza sereno por la inmensa llanura y en sus aguas, parecen navegar viejas leyendas de duendes y de brujas y otros mitos que contaban los abuelos en las noches, cuando después de terminar sus labores en el campo, se sentaban a comer en la cocina, al caluroso pie del inmenso fogón de leña.
Caminar solo en el sendero junto al río y evocar aquellos tiempos, es volver a la niñez. El río, la llanura, las montañas lejanas y el aire puro de la mañana, refrescan un poco la memoria de aquella infancia ya ida y de la que solo nos queda recordar algunas situaciones y momentos memorables; pero también, es admirar la belleza del paisaje: pequeñas casas campesinas incrustadas en la montaña, en la llanura o situadas algunas muy cerca de la orilla del manso río, pero eso sí, todas con su huerta, donde no pueden faltar las hortalizas para el sustento familiar y alguna que otra mata de caña de azúcar o de gramalote, que también hacen parte de la alimentación del ganado vacuno y caballar. Son pequeños predios cultivados de plátano y maíz, cafetales en flor y fríjol en cosecha o potreros simplemente, forman como una inmensa colcha de retazos que hace que el paisaje se torne más interesante y hermoso, con el que la vista y la memoria se recrean al paso fugaz del caminante.
Si me quedara aquí donde el sendero y el río se unen, divisaría a mi alrededor las imponentes montañas que graciosamente enmarcan la llanura en donde infinidad de ganado pasta en su espesor. Divisaría unas cuantas parcelas con su casa cada una y arriba en el firmamento, un sol radiante en el azul intenso del espacio. Pero no me voy a quedar aquí; la idea es, caminar y admirar todo el paisaje que aparece a mi alrededor: las aves en el aire, que parecen columpiarse con el viento y aletean formando una gran bandada, que en busca de sustento se posan en un árbol y otro; van al río, a la montaña y su aleteo se confunde con el viento y con el leve susurro de las aguas, formando un concierto aunque monótono, agradable al oído; pues a ellos se unen también, el piar de los polluelos, el relinchar de los caballos y un kikirikí de algún gallo lejano o el tímido silbar de una serpiente mañanera y el ladrar de un perro, que recoge con su amo el ganado para cuidarlo, ordeñarlo y separarlo de sus crías.
A medida que avanzo en el sendero que paralelo va del río, éste, se va perdiendo al terminar la llanura en las montañas, parece que se internara en ellas, para dar lugar a otro paisaje cada vez, más interesante. El caminar es agradable y confortante; el campo es amplio y puro, el descanso allí, es muy grato; los recuerdo fluyen, la inspiración despierta, la imaginación se aviva y cada paso se disfruta; el paisaje se embellece pasando del llano a la montaña, de la montaña al bosque y de éste a los grandes cultivos o potreros: de un frondoso maizal a una espesa frijolera o a un cañadulzal o a un arado apenas en preparación para sembrar.
Describir este paisaje es agradable; es contar qué alegría es caminar y ver y disfrutar de una naturaleza viva en todo su género: los animales, las plantas, el agua, el viento, las montañas, la llanura, los caminos de herradura formando saltanejas y en ellos, algunos obstáculos construidos por el hombre: la puerta de golpe, el alzapiés, los quiebra patas y la alambrada, hechos para proteger de los animales las cosechas.
Al llegar a un estrecho paso que las montañas han dejado para que el río siga su ininterrumpida marcha, el paisaje es otro: la montaña es más fría, pero igual de productiva que la llanura que dejé hace rato, en mi largo caminar de ésta mañana. Las parcelas son mucho más extensas y las casas son muy pocas en ésta parte de la región; los habitantes son más pocos, pero abundan más los animales; los sembrados, igualmente hermosos; puedo pasar horas enteras caminando sin encontrar un solo habitante con quien cruzar una palabra.
El tiempo corre, la mañana avanza y ya se acerca el mediodía. Parece que el tiempo va a cambiar muy pronto: del calor que se sentía hace un rato, a pasado a sentirse un poco de frío y en el firmamento, las nubes, rápidamente avanzan y forman un manto gigantesco, con el cual han cubierto por completo el sol, pareciendo que muy pronto lloverá; pero igual, sigo caminando, porque lo ideal de este día, es que puedo hacerlo sin afán y solo me mueve el deseo de admirar y disfrutar la belleza natural; aunque solo sea en éste pedazo de tierra, en donde he tenido el privilegio de vivir.
Se hace estrecho el camino por la escarpada montaña, cuando me encuentro un arriero con su manada de mulas que ataviadas con su carga, me hacen buscar un lugar para no interrumpir ni estorbar el paso de la recua; han ido al pueblo a llevar la madera para los grandes aserríos, el carbón, la leña para los fogones en el caserío o bien, el producto de sus cosechas y regresan a sus parcelas con los artículos que los campesinos no pueden producir en sus fincas: las nuevas herramientas para arar la tierra y un sinnúmero de cosas necesarias en la vida del agro.
Las mulas y los machos van pasando lentamente y al final, su dueño, que envuelto en su paruma de cuero, con su zurriago en la mano y en el cinto su machete, suelta con fuerza su “arre mula” y entre silbido y silbido, también entona una copla montañera. Delante de mí, pasa el arriero y solamente un “cómo le va”, me dirige y sigue arriando su mulada. Y mientras él y su manada pasan, afloran en mi mente los recuerdos de mi abuelo que años antes también trajinó por estos caminos con sus mulas y sus bueyes cargados con las cosechas recogidas por los labriegos, o en su caballo ensillado y finamente vestido, los Domingos, para el pueblo.
En un recodo de la montaña no muy lejos de donde me encuentro, a desaparecido de mi vista, el arriero con su última mula de la fila y yo quiero seguir adelante en mi camino hasta terminar el día. El cielo ya está completamente nublado y por lo cercano de una montaña con otra formando un cañón por donde pasa el río, la oscuridad es inminente y la lluvia comienza a salpicar el polvoriento camino, por lo que me apresuro a buscar un lugar en donde refugiarme del fuerte aguacero que se avecina. En efecto; me encuentro en una improvisada pesebrera o abrevadero; es el sitio donde el ganado ha sido acostumbrado por su mayordomo, a acercarse después del pastoreo, a saborear un poco de sal de mar y así, provocar la sed, para que los animales consuman el agua indispensable para complementar su alimentación. No acabo de llegar al saladero cuando la lluvia, ya cae a torrentes, pero no importa, aquí, ya no me mojo y el paisaje se hace mucho más interesante y bello; la lluvia a iniciado su ruidoso concierto con el agua caída de las nubes, acompañado de uno que otro trueno y relámpagos continuos, mas un sonoro silbido del viento que azota furioso el follaje de los árboles. Las aves se han silenciado temerosas del invierno; solo el ruido de la lluvia, de los truenos y del viento y el río, que por un momento ha aumentado su caudal, es lo único que escucho y en mi mente los recuerdos de inviernos ya pasados, que me contaba el abuelo, cuando en su juventud vivió sus tiempos de arriería.
Desde éste sitio, no es mucho lo que se puede apreciar, el ganado se acomoda debajo del árbol más frondoso, para protegerse un poco de la lluvia. Al frente, al otro lado del río y al pié de la montaña, una pequeña cabaña, de la que, por el tejado sale una gran columna de humo con olor a leña verde, producido por el arder de ésta en el fogón de la cocina. Se nota que la casa no en muy grande, pero sí se nota que tiene su corredor enchambranado de un color rojo vivo pintado, adornado con materos, en su patio de enfrente si se alcanzan a distinguir muy diminutamente las flores del jardín; me imagino que hay gran variedad de ellas, por los múltiples colores entremezclados que aparentan, pero que no se distinguen de una manera exacta a como debe de ser. A pesar de la lluvia y del frío, el espectáculo es maravilloso contemplarlo desde aquí, desde el saladero donde escampo del aguacero.
Hace rato está lloviendo, parece que se va a demorar mucho para que cese la lluvia, pero yo no tengo mucho afán de continuar; estoy en vacaciones y solo quiero disfrutar de mi descanso en toda forma y apenas es mediodía; de manera que puedo esperar hasta que escampe para luego seguir adelante.
El río, ha crecido mucho, después de recibir incontables arroyos a lo largo de su recorrido, ahora recibe también el agua lluvia y se hace mayor su caudal, es el hilo de agua interminable que se desliza ahora por entre las montañas y peñascos que le dan más colorido y otro aspecto, aunque más áspero, igual de interesante y hermoso al paisaje.
Observando esta creciente del río, recuerdo que me contaba el abuelo, que cuando éste echaba sus borrascas, le tocaba a él, junto con sus mulas y bueyes, esperar días enteros a que bajara su caudal para poder cruzarlo sin peligro, porque de lo contrario corría el riesgo de ser arrastrado por la fuerte corriente, él, o sus animales de carga, pues entonces no existía un puente para pasar al otro lado.
¡Qué impredecible es la naturaleza!. Cuando uno menos piensa llueve, escampa, hace calor o frío, sale el sol.....pero es bella; es hermoso contemplar y sentir los cambios naturales. Recuerdos y fantasías afloran o se escapan a cada momento que se vive intensamente y eso también hace parte de nuestra naturaleza humana. ¡Qué tiempos!, qué recuerdos y vivencias se tienen cada día, con cada cambio natural siempre espontáneo e impredecible como la mente. Todo es bello y vale la pena disfrutarlo.
Parece que la lluvia ya comienza a ceder y yo me propongo continuar mi camino, no sé, hasta donde llegaré, pero ahora que ha escampado casi totalmente, sigo adelante por un camino ya pantanoso pero agradable; después de tanto tiempo de no caminar por él, ya que el progreso con sus máquinas haciendo carreteras, ha hecho que éste se utilice tan poco últimamente. El paisaje ahora se ve triste después de tanta lluvia, paro las nubes ya han comenzado a rasgarse y a despejar el firmamento, dando paso nuevamente a un caluroso sol de mediodía, ya un poco avanzado. Los potreros y sembrados que circundan las laderas empiezan a soltar el agua en forma de vapor, que nuevamente sube al cielo por efectos del calor y el verde-oscuro de los campos va tomando un verde más vivo, más alegre y la tarde lentamente va avanzando, mientras me empeño en continuar más adelante.
Unos momentos más tarde, después de haber recorrido un trayecto no muy largo; otra vez las escarpadas montañas parecen retirarse, para dar paso a un esplendoroso y verde valle, más amplio que la llanura anterior, aquí, el río es mucho más grande y más al fondo, un nuevo río se extiende majestuoso sobre el valle y éste recibe, como una gran serpiente tragándose a otra, las aguas cristalinas del río que he venido siguiendo, desde que salí de mi cabaña, ésta mañana. Es más caudaloso el río y más tranquilo, es más amplio y silencioso; es como la columna vertebral de éste inmenso valle, que en su verde espesor, alberga incontables hatos de ganado, fincas de cultivos cafeteros y muchos productos más y sobre todo de una belleza indescriptible. Un valle que comienza donde se unen los dos ríos, donde las montañas se abren para dar paso a la llanura, en donde el sol extiende su invisible manto de calor; donde las flores y las aves, junto a los cultivos, forman el cuadro más bello y acogedor de éste paisaje, que ojos algunos, hayan contemplado. Es el valle donde la alegría acalla a la tristeza, donde lo ingrato no tiene cabida, donde las aves juguetean en las flores y el vaivén del viento; donde las flores perfuman con su aroma y las aves con sus cantos adornan y alegran la pradera. ¡Qué agradable es estar al aire libre en campo abierto!, donde no se encuentran límites ni para correr o gritar, donde la vista se deleita observando un espectáculo maravilloso, de un sol radiante en todo su esplendor, las nubes posadas en la cima de las montañas, el verdor del valle aún humedecido por la lluvia que hace poco dejó de caer en éstas tierras.
Por las faldas de una cercana montaña, alcanzo a ver una recua de campesinos que bajan cargando el producto que acaban de recoger de su cosecha. Con sus canastos llenos, amarrados a su espalda, forman una caravana larga y silenciosa, pues el trajín de todo el día, unas veces bajo el sol y otras, bajo la lluvia es agotador. Cansados se acercan a la casa a descargar el fruto de su labor y luego, al pie del fogón de leña se acomodan a saborear un suculento plato montañero, que sus mujeres gustosas han preparado para ellos; luego entonarán una oración, después, contarán alguna historia de duendes y de brujas o de pronto una leyenda de mitos ya olvidados, que los antepasados contaron y otros que en cambio entonarán una copla u otras canciones ancestrales, acompañados de un tiple, una guitarra y tal vez de una bandola; instrumentos estos que no pueden faltar en una casa campesina, pues son ellos, compañeros inseparables de los hombres que afanosamente cultivan el arado y que por sobre todo, estos instrumentos de cuerda ahuyentan a los duendes, según me contaban los abuelos, ya que según ellos, cuando un duende escucha el rítmico sonar de un tiple, se acuerda de la música celestial, entonces se va llorando y no vuelve más.
Imagino desde mi camino, cómo son de agradables esas tertulias campesinas, después de las cuales cansados hombres y mujeres se van a la cama a descansar de la labor del día, para madrugar al siguiente y continuar incansables su trabajo, ellos, en el arado: sembrando o cosechando, desyerbando o abonando sus cultivos; pilando el maíz, asando las arepas, haciendo mazamorra o lavando ellas, en fin, haciendo su labor como buenas amas de casa, con el único afán de atender bien a sus arrieros o aradores, a quienes ellas cuidan talentosamente, para que juntos, ellos y ellas puedan sacar adelante a sus familias.
La tarde avanza sin detenerse. Prosigo adelante, no sé hasta dónde, pero caminaré todo el día, quiero seguir disfrutando de él, de la naturaleza, del aire fresco, del sol, de la lluvia, de todo lo que veo: las flores, las aves, el ganado. No muy lejos de aquí, alcanzo a divisar un viejo puente colgante sobre el río; un puente de madera envejecida por las inclemencias del tiempo, pero todavía, resistente al paso de caballos y de bueyes y de mulas cargadas o del ganado que se acerca a la ramada o de gentes que transitan el lugar. Me parece que éste puente data del siglo pasado, según me contaban mis abuelos, pues es cierto que cuando se construía un puente de madera como éste, lo más prudente era que se le hiciera un techo a lo largo de él, con el fin de que las aguas lluvias y el sol al mismo tiempo, no deterioraran muy pronto ese paso sobre el río. Por ésta razón, es que en estos tiempos tan modernos del concreto y del hierro, es curioso conocer un puente de éstos, pues parecieran el corredor de una casa, con aleros en su estructura.
El río silencioso pasa por debajo de éste solitario puente, como si fuera una gigantesca serpiente que se desliza por debajo del tronco de un árbol milenario, derribado por el hombre; pero aquí el agua es tan abundante y cristalina que refleja la majestuosidad del puente, como si fuera un gran espejo reflejando la casa colonial de antaño; cubierta con rojizas tejas de barro, que manos amasaron y moldearon para luego secarlas al calor de la candela producida por la leña ardiente en los grandes hornos del tejar. La madera añeja, le da un tono interesante al puente, es como si el tiempo se detuviera en sus travesaños y vigas uniformemente amalgamados, que se mecen al paso de la gente y de cielo, al igual que el sauce que crece al pie de algunas casas de la región.animales que lo cruzan y da la impresión que se derrumba, pero no; está muy bien diseñado y los gruesos cables de acero que lo sostienen en el aire, no sede más de lo normal del peso con que puede, se mese solamente y luego vuelve a quedarse quieto como siempre.
¡Bueno! No me detengo más, contemplando la estructura de éste puente; quiero seguir caminando sin olvidar que ya comienza a atardecer; me he alejado ya muchísimo de mi cabaña, pero algo me incita a seguir adelante, no sé hasta dónde, pero quiero descubrir nuevos paisajes, subir a la montaña y volver a la llanura, cruzar el río, recorrer varios caminos y después volver a descansar a mi cabaña. Ya no quiero detenerme, continúo hacia delante y veo algunas garzas que vienen a posarse cerca del río, al pie de los guaduales que gigantescos se elevan hacia el cielo, al igual que el sauce que crece al pie de algunas casas de la región.
CONTINUARÁ……
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Nuevamente gracias a todas y cada una de las personas que hicieron parte de este proyecto, durante este año que termina. Deseamos que esta última entrega del año, cumpla el propósito que deseamos para el entretenimiento de todos y cada uno de nuestros lectores y amigos.
Gracias de nuevo a los estudiantes que nos apoyaron con sus trabajos; a ellos nuestra eterna gratitud, nuestras más sinceras felicitaciones por sus grados… y a todos nuestros seguidores: UNA FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO Y VENTUROSO AÑO 2010.
¡HASTA PRONTO!!!!!!!
Xundabé edición 16
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